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Actualizado: 7 de mayo de 2025


No hay en ellas nada de depresivo para ti... Por otra parte, nada tampoco tengo que decir de tu comportamiento personal... Es irreprochable... Y no ignoro que eres, por tu nacimiento y tus particulares prendas, digna de mi sobrino... Y aun ve si soy sincera: añado que, a mi entender, Pedro, al menos hasta ahora, no piensa en ti más de lo que piensas en él... Pero, al cabo, es deber de una madre... ¿no soy yo como una madre para ti?... es deber de una madre prever aun lo imposible cuando entra en juego el interés y la dicha de sus hijos... ¡ bastante generosa para escucharme hasta el fin!... Pues bien, si alguna vez pudiese entrar en la cabeza de mi sobrino y ceder a la tentación del atractivo que el fruto prohibido tiene para los vividores hastiados como él, me creeré en la imperiosa obligación de oponerme, por todos los medios posibles a la realización de su capricho... Voy, hija mía, a ponerte al corriente de nuestros secretillos de familia. ¡Tan grande es la confianza que me inspiras!... Mi sobrino Pedro no tiene sino... una insignificante fortuna, que basta apenas, aun sumadas las larguezas que yo agrego, que basta apenas, decía, a persona de su nombre y aficiones, para llevar pasablemente y con cierto decoro su vida no ejemplar de soltero... Supón que en una hora de locura se case con una muchacha sin dote... es la estrechez... la miseria... y, lo que es peor, a la larga un detestable hogar... porque mi sobrino, ya su capricho satisfecho, concluiría por tomar aborrecimiento a la mujer que lo habría reducido a una premiosa existencia... Verdad que hasta ahora es el heredero de mi fortuna, mas en primer lugar no he muerto... y puedo vivir todavía muy bien una treintena de años.

Respecto de los dos meses que duró aquel extravío que sólo duró ese tiempo a lo más, le referiré tan sólo el incidente fácil de prever que lo terminó. Al principio creí olvidar a Magdalena, porque cada vez que su recuerdo venía a mi mente, le decía: «¡Huyecomo se oculta a los ojos respetados la vista de ciertos cuadros hirientes o vergonzosos. Ni una sola vez pronunciaba su nombre.

Ya que ha escapado, a pesar nuestro, de la semioscuridad del rincón casero y va a someterse a las miradas del lector desapasionado, lo dedicamos únicamente a la familia de la hermosa y tierna madre que inundó estas páginas con las efusiones de su corazón, sin prever que en la última hora de su vida le faltaría tiempo para quemar estos papeles.

Si no aparece cada poco tiempo un libro nuevo en los escaparates de los libreros, pensamos con terror que se nos va a olvidar, sin prever que ése es el medio más seguro para ello; porque ese público cuya atención anhelamos cautivar a toda costa es un Saturno que devora nuestros pobres libros sin digerirlos: es igual que le den a mascar carne de dioses o piedras berroqueñas.

Comenzaban á caer las primeras gotas, mas, al poco rato, todo el mundo tuvo que recogerse á sus casas. Había presenciado muchas tempestades, leído mil descripciones de ellas, y por lo tanto no creía tener motivo para asombrarme. Empero nada hacía prever el efecto que ésta me causó, tanto por su duración como por su sostenida violencia y su implacable uniformidad.

Vuestra extraña amabilidad, vuestro lenguaje halagüeño me hacían prever que queríais engañarme. Cuál puede ser vuestra intención secreta lo ignoro, pero creedme, jugáis una partida peligrosa. La loca partirá mañana, pero todo no ha concluído por eso. Ya sabéis que aunque Elena estuviera encerrada varios años, me bastaría decir una palabra para libertarla a ella y sumiros a vos en la pobreza.

El resultado de las anteriores y análogas cavilaciones fue que, llegada la noche, cuando don Juan entró a saludarla en su cuarto del teatro, apenas pudieron hablar a solas, le dijo ella sin disimular su pensamiento ni prever la respuesta: Muchas, muchísimas gracias; pero señor Todellas, ¿cómo diablo ha regalado usted eso a una infeliz que no tiene tiempo para coserse una cinta? ¡Y cuidado que es lujoso y bonito!... Sobre todo de buen gusto.

De donde se infiere que estos no significan nada en el órden moral, sino en cuanto está expresado en ellos el acto de la voluntad. Un hombre, que por un acto cuyas consecuencias no previese ni pudiese prever, perjudicase gravemente á todo el linaje humano, seria inocente; y otro que con una intencion dañada, hiciese un gran beneficio á la humanidad entera, seria un perverso.

Mariposas y libélulas, arrebatadas por la alegría de revolotear al sol, se elevan á veces hasta la zona más alta de la montaña, y sin prever el frío de la noche siguen subiendo hacia la luz; con mucha frecuencia vénse arrastrados los pobres animalillos, así como moscas y otros insectos, hacia las cumbres superiores por vientos de tormenta, y sus despojos alfombran, mezclados con el polvo, la superficie de la nieve.

Es espantoso enterarme de circunstancias que nunca nos hubiéramos atrevido a prever ni a desear, circunstancias que hubieran superado a nuestros mayores deseos, sucederse, multiplicarse a nuestro alrededor, cuando todo nos está prohibido, cuando de la dicha que ellas nos hubieran augurado no queda más que un recuerdo pesaroso.

Palabra del Dia

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