Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
A los saludos de Maltrana respondía siempre con una inclinación de cabeza y un manifiesto deseo de huir. Además, como mujer no valía gran cosa: parecía enferma. La primera vez que se fijó en ella fue por las burlas de unas niñas elegantes que comentaban su palidez verdosa: «Ahí va esa de la opereta. Se le ha reventado la hiel y la tiene revuelta por todo el cuerpo».
Tardó en cumplirse su deseo, mas se cumplió por último. Don Jacinto, saliendo de la sacristía, atravesó el templo. Ella le vio y salió antes que él y le aguardó a la puerta, entre varios mendigos que pedían limosna. La palidez limpia y mate de su rostro tenía soberano hechizo y sus negros y rasgados ojos brillaban como dos soles de luto.
Se detuvieron junto á la cancela de cristales de la entrada. Martínez había perdido su sonrisa, mirando con asombro el gesto duro y la palidez del príncipe. En una palabra dijo éste con resolución : lo que yo tengo que pedirle es que visite con menos frecuencia la casa de la duquesa de Delille. Si se abstiene en absoluto de ir á ella, aún será mejor.
Al día siguiente Amparo se me presentó tranquila y afectuosa; en vano busqué alrededor de sus ojos ese círculo lívido que imprime una noche de insomnio y de fiebre. En vano esa palidez vaga del cansancio. Amparo estaba fresca, sonriente; parecía feliz. ¿Has dormido bien? la dije.
Una sombra instantánea obscureció la fisonomía del viejo y una palidez mortal invadió su semblante. A mí me pasó algo análogo; la voz se me ahogó en la garganta, y viendo que se prolongaba aquella situación, de la que las gentes del rancho no se daban cuenta, les dirigí dos o tres palabras triviales, como para salir del paso y le di orden a Alejandro de dar vuelta.
Había adelgazado mucho; su voz, aunque todavía sonora y dulce, tenía cierta melancólica expresión de decaimiento; con frecuencia se le veía, al menor ruido ó accidente de poca importancia, llevarse la mano al corazón, con una súbita rubicundez del rostro, seguida de palidez, indicio de dolor.
Pasaba sin querer detenerse, contemplando con lástima a los que penetraban en el sitio maldito, viejos y jóvenes, espoleados todos por la misma idea de crear fortuna sobre base de arena; mirábales al rostro y sorprendíale la palidez intensa, la mirada inquieta, el respirar anheloso, de los que corren tras una quimera, como tras la mariposa un niño, y a intervalos, ya ponen sobre ella la mano, como la retiran desengañados, se agitan, se revuelven y consumen en estériles esfuerzos.
Pero ella, entonces, la desgraciada... ¡Mírala! Está aterradora... Con la palidez de la muerte en las mejillas, Julieta se levantó de la tumba y fué á caer en los brazos de su amante. Con voz que parecía velada por el crepúsculo de la noche eterna, la hija de Capuleto esperaba la embriaguez de su dicha al despertarse sobre el corazón del bien amado.
Una tarde, al asomar María de la Luz a la puerta de su casa, creyó caer al suelo desvanecida. Le temblaron las piernas, le zumbaron los oídos; toda su sangre pareció afluir a su rostro en ardiente oleada y retirarse después, dejándolo de una palidez verdosa... Rafael estaba allí, envuelto en su manta, como si la esperase. Ella intentó huir, refugiarse en lo más apartado de la casucha.
Sus labios, rebosantes de risas y de gracia, su palidez meridional y la hermosura de sus ojos negros, rindieron la admiración de muchos viejos nobles que, á la puesta del sol, paseaban la majestad de sus largos casacones bordados bajo los árboles de las Tullerías.
Palabra del Dia
Otros Mirando