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Actualizado: 13 de mayo de 2025
La palidez de la cara con contorsiones, los gritos y la violenta contraccion de los miembros inferiores son en los niños indicaciones de la coloquíntida.
No le creo a usted fatuo, pero las mujeres debemos siempre vivir prevenidas. En la soltura y en el tono jocoso que adoptaba se podía advertir cierta afectación. Su voz estaba ligeramente alterada. Alrededor de los ojos había esa palidez que denuncia siempre la emoción que embarga el espíritu.
¡Qué triste palidez en mi palabra! ¡Qué desaliento el de aquel que siente y no alcanza a expresar!
Estaba pálido, con una palidez sudorosa semejante a la de los enfermos; pero reía, satisfecho de vivir y de marchar hacia el público, adoptando su nueva actitud con la facilidad instintiva del que necesita un gesto para mostrarse ante la muchedumbre.
Su decaimiento físico fue rapidísimo: le vi esforzándose por erguir la cabeza, que se le inclinaba sobre el pecho, le vi tratando de reanimar con una sonrisa su semblante, cubierto ya de mortal palidez, mientras con voz apenas alterada, exclamó: Esto no es nada. Siga el fuego.
El hombre parecía enfermo; era más joven que ella, pero enflaquecido por las dolencias, pálido, con una palidez transparente de hostia, los claros ojos brillantes de fiebre, el angosto pecho agitado por ruda y continua tos. Unas patillas finísimas sombreaban sus mejillas; una cabellera tumultuosa de león coronaba su frente, cayendo atrás en cascada de rizos.
Nuestra moral tiene callos en las manos. No son, como las de la monja, blancas, suaves, con palidez de nácar, cruzadas sobre el pecho, mientras, los ojos en alto buscan á Dios.
En el segundo hay más realidad: esa mirada triste, de tristeza contagiosa, esa boca apretada, ese vago gesto de dolor y esa frente ancha y magnífica en donde se entronizó la palidez fatal del sufrimiento, pintan al desgraciado en sus días de mayor infortunio, quizá en los que precedieron a su muerte.
No crea usted que soy mala.... ¡Y ahora que el hallarse en pecado mortal es tan peligroso!... No, no, reconciliación, piedad, perdón, amor a todos, conciencia limpia, ese es mi tema. ¿Es cierto que ha muerto anoche mucha gente? Mucha, replicó Cordero observando la palidez que el miedo pintaba en el agraciado rostro de Genara. No me lo diga usted.... Esta tarde me voy.
Desde hace dos meses he dejado de ser la novia de Huberto Martholl, me he desligado de las promesas que nos unían... Una palidez mortal se extendió por el rostro de Juan, y todo su cuerpo tembló. ¡Me vuelvo loco! balbuceó. No comprendo... diga, ¡ah! diga... La joven continuó: Es bien sencillo lo que pasó en mí. Me convencí de que me había equivocado, que nunca había amado a Huberto.
Palabra del Dia
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