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Actualizado: 13 de mayo de 2025
La condesa entró bruscamente en el cuarto y echando a todas partes miradas furibundas, se puso a gritar: ¿Dónde está el intendente? Os pregunto, ¿dónde está el intendente? ¿No me oís acaso, insolente? Estaba aquí hace un momento, señora respondió Marta. ¿A dónde ha ido? No lo sé, señora. ¿Qué significan, veamos, esas lágrimas y esa palidez? Me ha retado, señora.
Apacíguala, si me amas. Ester se dirigió de nuevo á Perla, con el rostro encendido, dando una mirada de soslayo al ministro, y exhalando luego un hondo suspiro; y aun antes de haber tenido tiempo de hablar, el color de sus mejillas se convirtió en mortal palidez. Perla, dijo con tristeza, mira á tus pies.... Ahí... frente á tí... al otro lado del arroyuelo.
Ella se había quedado pálida cual si tuviera por rostro una máscara de cera, y miraba a su delantal, cuya punta tenía entre los dedos. Esa palidez dijo D. Benigno conmovido no indica en manera alguna que usted tenga que arrepentirse de nada, pues no se trata de faltas; indica que yo he despertado un sentimiento que dormía, ¿no es verdad?
Su mirada se posaba serena y fija en Juan Montiño, y su mano derecha tenía suspendida una pluma sobre un papel, como quien interrumpe un trabajo importante á la llegada de un extraño. La primera impresión que Juan Montiño sintió á la vista del religioso, fué la de un profundo respeto. Había algo de grande en el reposo, en la palidez, en lo sereno y fijo de la mirada de aquel religioso.
¿La conciencia? contestó Varmen. «Culpa no tiene quien hace lo que debe.» «Obrar bien... ¡Que Dios es Dios!» contestó Varmen, con la calma propia en el momento de las grandes crisis. ¡Varmen! por última vez... ¿me desechas? Sí, contestó Varmen con la palidez del pavor en el rostro, y la firmeza del buen propósito en el acento.
Si usted se obstina en callarse, creeré que la causante de toda esta tragedia es usted y nada más que usted». Fortunata se volvió hacia ella. Su palidez era como la de un muerto. «Vamos a ver añadió la de Jáuregui manoteando . Si mi sobrino me vuelve a preguntar si ha entrado usted, ¿qué le digo?».
Sobre el fondo de las amplias alas del sombrero, iguales a una aureola, destacábase su rostro, de una palidez de rosa, en el que parecían temblar las gotas negras de los ojos. ¡Salut, Flo d'enmetllé! dijo Febrer con cierta inseguridad en la voz, pero sonriendo.
Mas Psiquis dijo señalando al Cielo: «La palidez de ese astro me conturba; pronto, huyamos de aquí, pronto, es preciso.» Y de sus alas recogió las plumas con intenso terror, y sollozando, presa de pronto de invencible angustia plegó las alas, hasta el polvo frío lentas dejando descender las plumas.
Lo reconoció á pesar de su palidez verdosa y del extravío de su mirada. Era Blumhardt, un Blumhardt nuevo, con una expresión bestial de orgullo y de insolencia que infundía espanto.
Al circular, los visitantes tomaban una palidez lívida, como si marchasen por un desfiladero submarino. El agua tranquila de los estanques apenas era visible. Detrás de los vidrios sólo parecía existir una atmósfera maravillosa, un ambiente de sueño, en el que subían y bajaban flotantes seres de colores. Las burbujas de su respiración era lo único que delataba la presencia del líquido.
Palabra del Dia
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