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Actualizado: 12 de junio de 2025
¡Os ha retado! ¿y por eso lloráis? exclamó la condesa dulcificando el tono , ¿os ha maltratado acaso? Me ha dicho palabras que me han afectado mucho. Es un hombre falso y cruel, ¿verdad? Sí, señora, es un hombre falso y cruel. ¡Bah! no reparéis en sus maneras brutales.
La cosa, desgraciadamente fue escandalosa, y el mundo exigía una satisfacción. Carlos hubo de dársela. Eduardo fue retado, y llamado yo como padrino no pude menos de asistir a la satisfacción. A las cinco de la mañana estábamos los contendientes y los padrinos en la puerta de... de donde nos dirigimos al teatro frecuente de esta especie de luchas.
Don Álvaro, por culpa de una mujer, había sido retado a singular combate por un forastero; todos los padrinos eran de la guarnición menos Frígilis, único vetustense que presenció el lance. El duelo era a sable, en el Montico, en una arboleda, de tarde, cerca del obscurecer. El cielo encapotado amenazaba desplomarse en torrentes de lluvia. Los dos combatientes miraban a las nubes.
¡Cuántas veces, al atravesar Madison Square o los espacios sin fin del Central-Park, al verme rodeado de innumerables criaturas rubias, rosadas, respirando a pleno pulmón ese aire vivificante, encarnizadas en todos los juegos infantiles conocidos, he pensado en nuestros hijos, metidos entre los cuatro muros de la casa, creciendo sin color, como flores de invernáculo, sin más recurso que ir a sentarse sobre un triste banco de plaza, para ser retado por el gendarme apenas su piececito travieso pisa el césped amarillo y sediento! ¡Cuántas veces he envidiado esa educación física, desenvuelta a favor de las garantías y seguridad que arraigan la conciencia del derecho y comunican la confianza en la propia fuerza!
Federico halló primero mi caballo, tembló por mi suerte y me descubrió al fin, guiado por el grito con que yo había retado a Ruperto. Su gozo fue tan intenso como si de su propio hermano se tratara, y en su cariño y ansiedad por mí, desdeñó cosa tan importante como la muerte de Ruperto Henzar. Sin embargo, yo hubiera sentido no haberlo castigado por mi propia mano.
La condesa entró bruscamente en el cuarto y echando a todas partes miradas furibundas, se puso a gritar: ¿Dónde está el intendente? Os pregunto, ¿dónde está el intendente? ¿No me oís acaso, insolente? Estaba aquí hace un momento, señora respondió Marta. ¿A dónde ha ido? No lo sé, señora. ¿Qué significan, veamos, esas lágrimas y esa palidez? Me ha retado, señora.
Después se volvió a casa, y fue cuando Julita le mostró la carta de Maximina. Los padrinos de los contendientes tardaron un día entero y emplearon toda la saliva de sus gaznates en discutir las condiciones del desafío. El punto más arduo era el de la elección de armas. El conde de Ríos, fundándose en que su apadrinado era el retado, creía tener derecho a elegirlas, y lo sostenía con gran calor.
Palabra del Dia
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