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Actualizado: 10 de julio de 2025


Cuando vean mis ojos quebrados, cuando toquen mi mano seca y fría como el mármol... MANRIQUE. ¡No me atormentéis, por piedad! AZUCENA. ¿Oyes? ¿Oyes ese ruido? Mátame... pronto, para que no me lleven a la hoguera. ¿Sabes qué tormento es el fuego? MANRIQUE. ¿Y tendrán valor? AZUCENA. ; lo tuvieron para mi madre; debe ser horroroso ese tormento...¡La hoguera!

Hasta que el diálogo tomó otro giro, estuvo como una estatua, fijos en Miquis los ojos: «Oyes. ¿Sabes que te me estás pareciendo a la pantera del Retiro? ¿Por qué me miras así y no dices nada? Pues bien: mi suegro, que es notario de la casa de Aransis, vendrá a hablarte; te anuncio esa grata visita.

Don Saturno estiró las cejas y dio señales de querer besar el suelo; después miró a Obdulia con mirada seria, penetrante, como con una sonda, como diciéndole: Ya lo oyes; soy yo, el primer anticuario de Vetusta, según la opinión del mejor teólogo, quien se declara esclavo tuyo.

Parece decir: «venid aquí, necios; dadme vuestro oro; yo os daré papeles, yo os haré frases. Mañana seré juez; seré el intérprete de Temis». ¿No te parece ver al loco de Cervantes, que se creía Neptuno?... Observa más abajo: un moribundo; ¿oyes cómo se arrepiente de sus pecados? Si vuelve a la vida tornará a las andadas.

¡ no debes burlarte! ¿Oyes? gritó tomando del sirviente el abrigo y el sombrero. Y sentía crecer oscuramente su hostilidad contra Julio. Este le miró, muy serio, y le aseguró que no tenía ningún deseo de burlarse; por el contrario, compartía su sufrimiento y le compadecía con sinceridad.

¿No oyes? me dijo Gloria, mientras una sonrisa feliz se esparcía por su rostro . Son las niñas que están en récréation. ¿No te apetece ir a jugar a los aros o al volante? le pregunté riendo. Un poquito, no creas. Nos introdujeron en el locutorio, que era una gran pieza cuadrada y bastante clara, partida al medio por una reja.

Oyes, Miguel..... ¿No te ha hablado tu tío Bernardo?... preguntole con voz algo alterada. Miguel se detuvo y no contestó. ¿No te ha hablado de cierto asunto? murmuró el chico, también cortado. ¿Y qué te ha dicho?... Cuenta..... Miguel comenzó a colocarse los dedos de la mano izquierda unos sobre otros y no dijo palabra.

¿Pero este majadero, qué se habrá llegado a figurar? murmuró estrujando el periódico. Y al poco rato, viendo entrar jadeante, corriéndole el sudor por la frente a Brutandor, se encaró con él diciéndole: Oyes, Perico, ¿te sientes con fuerzas para dirigirme en las arduas tareas del periodismo?

Déjame ir en mi mulita y yo te lo pagaré si no quieres aguardar a que Dios te lo pague. El enmascarado siguió sin contestar, aunque dando más ronquidos. ¿No oyes que yo lo pagaré? Sobre los doce mil reales que y tu compañero os habéis repartido, yo puedo darte otros ocho mil si me dejas libre. ¿Y cómo? dijo entonces el enmascarado . ¿Dónde llevas escondidos esos ocho mil reales?

¡Lo que oyes, Lorenzo!, porque has de haber observado que hoy es moda en sociedad designar a las personas por el apodo o por el nombre, y no por el apellido, y menos por el título; y así es de mal gusto hablar del «doctor García» cuando se le puede designar por su nombre de pila: Claudio, o por el sobrenombre, lo que es más distinguido: el «Nene», por ejemplo. ¡Qué ridiculez!

Palabra del Dia

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