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Actualizado: 10 de julio de 2025
Eres digno de ella, Salvador, seríais una primorosa pareja; y luego, chico, sacabas un alma del purgatorio, porque te confieso que la niña de Luzmela lo pasa muy mal con mi gente..., pero muy mal..., como lo oyes.
Al verse junto a la puerta, vaciló un instante por el temor de hallarse con el molinero, a quien no hubiera podido ocultar en aquella sazón la cólera de que estaba poseído. Por fortuna había salido: sólo Rosa se hallaba en la cocina. Oyes... ¿conque tu padre te pega de palos para que te cases con tu tío? le preguntó con voz alterada, sin darle siquiera las buenas tardes.
El estertor fatigoso, la inmovilidad del enfermo, las sombras cadavéricas que se extendían sobre el rostro, marcando sus huecos con triste negrura y haciendo destacar fúnebremente el perfil de la nariz, acabaron con la serenidad del pobre viejo, arrancándole un grito que parecía salirle del alma: ¡Juanito...! ¡Niño mío...! ¿No me oyes...? Soy el tío Juan....
La madre, luego de varios intentos para despertar a su esposo, sin conseguir otro éxito que palabras incoherentes seguidas de nuevos ronquidos, había rezado hasta el amanecer por el alma del señor de la torre, creyéndolo muerto. Margalida, que dormía cerca de su hermano, le había llamado con voz queda y angustiosa al oír los primeros tiros. «¿Oyes, Pepet?...»
Hizo después una almohada de ella y se tendió en el suelo. Isidora se sentó frente a él. «¿Oyes los pájaros? dijo Miquis Son ruiseñores».
Lo que oyes: siento mucho decírtelo, perrro es muy cierrrto... Está déclassée, hijo, déclassée por completo. Todo Madrid le ha dado de lado, y sólo se trata con mi sobrina Villasis, ¡otra que tal!... Perrro siquierrra esta es mujerr de arranque, y gasta y hace ruido... ¿Pero qué es lo que hace Elvira?...
Por Dios que no acierto. Si tú fueras franca, que no lo eres, ni lo serás nunca... ¿Oyes lo que digo? Sí, señora, oigo. Si tú fueras franca, me dirías que el Sr. de Ponte te llama ángel por lo bien que haces las sopas de ajo, acartonaditas... Y ¿te parece a ti que esto es suficiente motivo para que a una mujer la llamen ángel con todas sus letras?
Mujer, oyes, mujer... pronunció con voz que quería suavizar y que sólo lograba ensordecer no te aflijas, no te mates.... Allí... yo... yo me pondré por padre y nos casaremos si quieres... y si no, no... lo que digas.
¿Cuándo es el gran día, Gonzalín? ¿Pronto, eh? ¡Vaya, que tengo ya ganas de verte con tu señora del brazo yendo a misa de doce!... Bien, mi queridín, bien; vas a ser feliz. Tú me dirás: y siendo así, ¿por qué no se ha casado usted, don Feliciano? Oyes, mi queridín, ¿por qué me había de casar si vivo feliz soltero? ¿Qué me hace falta a mí?
Oyes, Tanganada; ya tendrás ganas de comer una cazuela de bacalao, ¿verdad? Alégrate, Tanganada; hay sidra en el lagar de Llandones. ¿Hacía calor en Noruega? ¡Allí te quisiera ver yo, ladrón! gruñó Tanganada, mientras aferraba una vela. Los marineros saludaron la frase con grandes carcajadas. ¡Larga tierra! gritó el práctico desde el puente.
Palabra del Dia
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