Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de mayo de 2025


El aspecto de la habitación, tan austero que rayaba en lo pobre; su puerta y las inmediatas, cerradas con llave; aquel hombre extenuado, envuelto en un ropaje burdo y desaliñado, sobre el que destacaban la cara lívida, de ojos hundidos y relucientes, y las manos cadavéricas; aquella alacena de fondos negros, y en otro fondo de ella, más negro aún, una caja de hierro oculta por una trampa más o menos ingeniosa; una luz tétrica iluminando la estancia, y fuera de ella los bramidos del huracán, me estaban pareciendo en conjunto un pasaje de melodrama, en el cual desempeñaba yo un papel de galán joven, protegido del desalmado usurero, por uno de esos incomprensibles antojos del corazón humano.

El estertor fatigoso, la inmovilidad del enfermo, las sombras cadavéricas que se extendían sobre el rostro, marcando sus huecos con triste negrura y haciendo destacar fúnebremente el perfil de la nariz, acabaron con la serenidad del pobre viejo, arrancándole un grito que parecía salirle del alma: ¡Juanito...! ¡Niño mío...! ¿No me oyes...? Soy el tío Juan....

Se dejó caer al suelo con señales cadavéricas en el rostro. Instantáneamente, un golpe de gente acudió a levantarle, mientras otro sujetaba a la costurera. Al conducirle a la casita próxima de un aldeano, Pablo creyó escuchar confusamente los gritos de Valentina, que intentaba desasirse de los que la tenían, para rematarle, sin duda. La noticia se extendió por la romería.

Todo esto nos lo iba diciendo poco a poco, mientras clavaba en nosotros su vista cristalizada y anhelosa y hundía sus manos cadavéricas en una palangana llena de agua muy caliente, aprovechando el alivio que iban produciéndole éste y otros remedios heroicos que le aplicábamos sin cesar.

Era la pura verdad; pero, así y todo, insistieron las bonísimas mujeres en negarla, aunque no con los bríos necesarios para lograr sus caritativos fines, porque eran cariñosas en extremo y se sentían impuestas y conmovidas ante aquella extenuación y aquella lividez cadavéricas del pobre don Celso, que ni por afán de mantener sus derechos desconocidos por la tiranía profesional de Neluco, se acordaba ya de levantarse.

El hospital de mineros estaba fuera de los cercos, muy próximo al cementerio, sin duda para que los enfermos se fuesen acostumbrando a la idea de la muerte y también para que si no fuesen poderosos a matarles los vapores mercuriales, les secundasen en la tarea las dulces emanaciones cadavéricas. Era un caserón viejo, agrietado, húmedo y sombrío.

Don Adrián, amarillo y desmoronándose por todas partes, apoyó la frente entre las dos manos cadavéricas colocadas sobre el puño del bastón, y no dijo una palabra.

Interesóme de veras el caso, porque vistos los antecedentes del «caballero» aquél y de sus fidalgos camaradas, no era para tomarlo a risa; y después de meditar un poco mientras Facia gemía y se retorcía las manos cadavéricas, la dije: ¿De manera que eso ha de suceder esta misma noche? Así fue la amenaza respondióme, casi sin voz para ello.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando