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Y los que ponían más empeño en negarla, eran los parásitos del personaje, los que vivían de sus cábalas; más de uno sintió calambres en el estómago. Vamos, que si Esteven se hundía, no había ya remisión posible para nadie: las horcas caudinas en la puerta de la Bolsa, y agachar la cerviz y sufrir el yugo.

La noticia cayó como una bomba, y aunque muchos quisieron negarla frente a frente de la evidencia misma, estrellábanse sus negaciones contra un documento oficial, legítimo y auténtico, que había circulado el día anterior por todas las casas de la Grandeza.

Lo más sencillo habría sido tomarla a ella de la mano y decirle a él: Es tuya, y no tengo ya derechos sobre ella. Pero pónganse ustedes en mi lugar. Una mirada es una cosa tan impalpable, tan imposible de probar... podían negarla, riéndose... ... hasta podría ser también que, en realidad, yo me hubiera equivocado.

Si este contacto inmediato es imposible en un caso, lo será tambien en otro; y si admiten la posibilidad para el suyo, no podrán negarla para el nuestro.

Sigue el curso de las calles, atraviesa los huertos, entra en una casa y, señalando un hombre que encuentra, dice fríamente: «¡Este esEl delito está probado, y raro es el delincuente que resiste a esta acusación. Para él, más que para el juez, la deposición del rastreador es la evidencia misma; negarla sería ridículo, absurdo.

Sólo con que éstas os amen y os adoren, no quiero otro galardónCuánto agradasen á Dios estas sus ofertas, no me es lícito escudriñarlo; y por ventura, en premio de acto tan generoso, concedió Su Majestad á algunos de estos bárbaros un don tan excelente de fe, que antes de recibir el bautismo, la conservaron incorrupta, y quisieron más perder con el martirio la vida, que negarla.

¿A quién? A Todd. No señor. Pues no hable usted. ¿Sabe usted lo que es el poder hipotérmico del alcohol? Tampoco; pues cállese usted. ¿Sabe usted con qué se come el poder diaforético del citado alcohol? Tampoco; pues sonsoniche. ¿Niega usted la acción hemostática del alcohol reconocida por Campbell y Chevrière? Hará usted mal en negarla; se entiende, si se trata del uso interno.

Dejemos hablar al mismo filósofo, pues bastarán sus propias palabras para condenar su opinion y descubrirnos la incertidumbre con que la profesaba, ó la oscuridad que en ella padecia. «La idea de la extension supone la percepcion de muchas cosas unas fuera de otras; esta percepcion no podemos negarla á la estatua, pues que siente que se repite fuera de misma tantas veces como hay colores que la modifican; mientras es lo encarnado, se siente fuera de lo verde: mientras es lo verde, se siente fuera de lo encarnado; y así de lo demásCualquiera creeria que conforme á estos principios, Condillac iba á establecer que la vista nos da idea de la extension, pues que nos hace percibir las cosas, unas fuera de las otras, en lo que segun el mismo autor, consiste precisamente la idea de la extension; pero muy al contrario, Condillac, lejos de proseguir por el verdadero camino, se extravía lastimosamente, y á mas de ponerse en desacuerdo con los principios que acaba de asentar, altera notablemente el estado de la cuestion y continúa: «mas para tener la idea distinta y precisa de una magnitud, es necesario ver como las cosas percibidas unas fuera de otras, se ligan, se terminan mutuamente, y como todas juntas tienen límites que las circunscribenEsto, repito, es alterar el estado de la cuestion: no se trata por ahora de una idea distinta y precisa, sino solamente de una idea.

Era la pura verdad; pero, así y todo, insistieron las bonísimas mujeres en negarla, aunque no con los bríos necesarios para lograr sus caritativos fines, porque eran cariñosas en extremo y se sentían impuestas y conmovidas ante aquella extenuación y aquella lividez cadavéricas del pobre don Celso, que ni por afán de mantener sus derechos desconocidos por la tiranía profesional de Neluco, se acordaba ya de levantarse.

Negarla lo que pedía hubiera sido conducirse como un hombre sin educación y sin delicadeza. No pensaba que consentir en habitar la Celle-Saint-Cloud en verano, aunque fuese en edificio separado, y en invierno en la calle de Courcelles, aun en otro piso que Clementina, era consentir en la proscripción de Roussel.