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Supongo que este año no dejaréis pasar la temporada del Real sin abonaros como el año pasado... Su madre le mandaba callar con risita maligna, que era una invitación a proseguir. Rara era la tarde en que Carlota se sentase a coser con ellas que al fin no se levantase llorando. Un día, encarándose con Presentación, los ojos rasados de lágrimas, le dijo: Haces mal en burlarte de mí.
Apenas puedo creer dijo que no repares ya en mi vejez, que no pienses en que puedo ser tu abuelo y que me quieras como aseguras. ¿Pretendes, acaso, burlarte de mí y trastornarme el juicio? ¿Te propones halagarme con la esperanza de una felicidad que no me atrevería yo a concebir en sueños, para matarme luego desvaneciéndola? No, vida mía; yo no quiero desvanecer tu esperanza, sino realizarla.
¡Guasona! exclamó Isidro, volviendo a meter el brazo por debajo del mantón . ¿Es que quieres burlarte de mí? Lo digo como lo siento continuó la muchacha con sencillez ; el más guapo de Madrid. Pero no se enorgullezca usted por esto, señorito. Ella se había enamorado sin saber cómo.
Y lo que es de ti, aunque vives tan retirada, hablan ya muchos desde que, pocas noches ha, te vieron en estos Jardines. ¡Es posible, mujer! ¿Quieres burlarte de mí? Harto sabes tú que no me burlo. No te burlarás porque eres buena, pero querrás embromarme. Es cierto que vine aquí pocas noches ha, mas nadie me conocía. Entonces te conocieron y te admiraron.
Y notando después que Currito, que no tiene otro oficio que el de paseante, se hallaba entre el concurso, se dirigió a él con estas palabras: Mira, arrastrado; mira al teólogo ahora, y, en vez de burlarte, quédate patitieso de asombro. En efecto, Currito estaba con la boca abierta, inmóvil, verdaderamente asombrado. Mi triunfo fue grande y solemne, aunque impropio de mi carácter.
¡Pero tú no eres vieja! exclamó Miguel . Todavía inspiras pasiones á los jóvenes. Te engañas á ti misma ó quieres burlarte de mí. Aún hay muchos hombres que al verte... Tal vez repuso ella ; pero tú, hijo mío, no estás entre ellos. Confiésalo: nunca te he gustado. El príncipe no quiso confesar nada y desvió la conversación. Le molestaban estas alusiones al pasado.
¡Tú no debes burlarte! ¿Oyes? gritó tomando del sirviente el abrigo y el sombrero. Y sentía crecer oscuramente su hostilidad contra Julio. Este le miró, muy serio, y le aseguró que no tenía ningún deseo de burlarse; por el contrario, compartía su sufrimiento y le compadecía con sinceridad.
Palabra del Dia
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