Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de mayo de 2025
El rey de Irlanda, viéndose en grave apuro, entrega á sus enemigos al conde Enrique como autor de todo lo ocurrido, pero Isabel descubre la verdad dándose á conocer; su padre, su hijo y su esposo se creen en el colmo de la dicha al recobrar á la que suponían perdida para siempre, y Dionisia borra la mancha, que deslustraba á su honor, casándose con Octavio.
Vaya, vaya, vaaaaya con el señorito Octavio... ¿Y qué vientos corren por la villa, señorito? Nosotros, los curas de aldea, no sabemos nada de lo que pasa en el mundo hasta que llega el día del mercado. Pues lo mismo de siempre, señor cura: nada ocurre de particular. ¿Qué se sabe de la separación del promotor fiscal? No tenía noticias hasta ahora de que...
Levantó la cabeza y exhaló un largo suspiro. ¡Oh, qué delicioso aroma! Octavio se apresuró á hundir también el rostro en la flor que la dama aún tenía cogida. ¡Delicioso! ¡delicioso! ¡Es tan penetrante... tan embriagador!... Siempre fuí apasionada de este aroma. Yo lo seré de aquí en adelante. La condesa soltó la rama é inclinó la cabeza sonriendo afablemente.
Allí le dejaba, y Octavio caminaba solo por la carretera hasta llegar á la villa. El trayecto era breve, como ya sabemos. Nuestro joven, emboscado en un laberinto de pensamientos vagos y risueños, lo convertía en brevísimo. Á tales horas poca gente se hallaba en el camino.
El árbol, al ser movido, dejó caer algunas gotas de agua sobre las mejillas de la señora, que hizo una mueca graciosa. El árbol la bendice á usted dijo Octavio mirando extasiado cómo corría el agua por las mejillas de la dama. Hubiera pasado sin su bendición perfectamente contestó ella riendo. Y al mismo tiempo hundió su lindo rostro en el cáliz de la flor para aspirar la fragancia.
¡Es claro, se muere! ¿Quién le ha dado esto? preguntó. ¡No sé, Octavio! Hace un rato sentí ruido... Seguramente lo fué a buscar a tu cuarto cuando no estabas... ¡Mamá, pobre mamá! cayó sollozando sobre el miserable brazo que pendía hasta el piso. Nébel la pulsó; el corazón no daba más, y la temperatura caía.
Una mañana de primavera, impresionado por la reciente lectura de cierta novela de Octavio Feuillet, iba paseando distraído por aquellos silenciosos lugares gozando de la frescura y aroma de los árboles y de la grata soledad que allí imperaba. De pronto, al pasar por delante de uno de los palacios, creí percibir rumor de voces en el jardín.
Y Lidia... Al verla otra vez había sentido un brusco golpe de deseo por la mujer actual de garganta llena y ya estremecida. Ante el tratado comercial que le ofrecían, se echó en brazos de aquella rara conquista que le deparaba el destino. ¿No sabes, Lidia? prorrumpió alborozada, al volver su hija Octavio nos invita a pasar una temporada en su establecimiento. ¿Qué te parece?
Hubo, lo mismo que á la entrada, apretones de manos, besos sonoros y mucho ruido. Todas las damas hablaban á un tiempo. Octavio aprovechó la confusión para mandar un beso á su novia con la punta de los dedos. Por fin el bullicioso grupo salió á la tienda, y de allí, después de haber tomado en su compañía la parte masculina de la tertulia, á la calle.
Cierto no habrá lector que haga al señorito Octavio la ofensa de suponerle desprovisto de un diario. Los héroes de novela tienen ciertas obligaciones á las que no pueden sustraerse. Hé aquí algunos trozos arrancados de su cuaderno. Son de gran utilidad para el curso de esta historia. Están escritos de su mismo puño en una magnífica letra inglesa. Julio 26.
Palabra del Dia
Otros Mirando