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Actualizado: 26 de junio de 2025


Pasaré por alto las crueldades con que desde el rompimiento de hostilidades trató el General Otis á los filipinos, fusilando sigilosamente á muchos que no quisieran firmar el escrito, pidiendo la autonomía; nada diré de los abusos de fuerza, que los soldados americanos cometieron contra inocentes é indefensos vecinos de Manila, fusilando á niños y mujeres por estar asomados á los balcones; allanando domicilios á media noche; descerrajando arcas y aparadores, y llevándose dinero, alhajas y cuantos objetos de valor encontraban, rompiendo sillas, mesas y espejos que no se podían llevar, porque al fin y al cabo, son consecuencias de la guerra, aunque impropias de un ejército culto; pero lo que no pasaré por alto, es la inhumana conducta observada por dicho General con el ejército filipino, cuando para arreglar un tratado de paz con la Comisión civil presidida por Mr.

Tanta sabiduría impresionó a Maxi, que al punto se desató a charlar con Ido del Sagrario, pues no era otro el docto amigo de Izquierdo, y estuvieron poniendo comentarios a los trágicos sucesos del 93. «Porque mire usted, cuando el pueblo se desmanda, los ciudadanos se ven indefensos, y francamente, naturalmente, buena es la libertad; pero primero es vivir. ¿Qué sucede? Que todos piden orden.

El marino durmió mal aquella noche, con una visible preocupación. Freya adivinó la presencia de algo que encapaba al influjo de sus caricias. Al día siguiente persistió este alejamiento pensativo, y ella, conociendo la causa, quiso disiparlo con sus palabras... Los torpedeamientos de vapores indefensos sólo se hacían en las costas de Inglaterra.

Encendió una cerilla y entonces vió en el tabique de la cabecera que en otros tiempos había sido blanco, un crucifijo y varias estampas de colores, representando generales contemporáneos, con el ros calado y el pecho cubierto de bandas y cruces, héroes de la guerra que se habían cubierto de gloria entregando territorios al enemigo ó fusilando en masa á indígenas indefensos.

No, no era un amigo recomendable... Pero ahora don Marcelo experimentaba un profundo trastorno en la apreciación de las ideas ajenas. ¡Había visto tanto!... Los procedimientos terroríficos de la invasión, la falta de escrúpulos de los jefes alemanes, la tranquilidad con que los submarinos echaban á pique buques pacíficos cargados de viajeros indefensos, las hazañas de los aviadores, que á dos mil metros de altura arrojaban bombas sobre las ciudades abiertas, destrozando mujeres y niños, le hacían recordar como sucesos sin importancia los atentados del terrorismo revolucionario que años antes provocaban su indignación.

¡Canalla!, ¡vil canalla!, ¡cobardes, miserables!... Si no me sujetasen, os iría arrancando la lengua uno a uno... Habéis herido a mi hija... ¿No sabíais que era mi hija, pillos? ¡Aquí demostraréis vuestro valor! ¿Por qué no vais a Navarra a combatir con los hombres armados, y atacáis ahora a los indefensos?... ¡Porque sois unos cobardes..., una chusma indecente, que se debe esparcir a latigazos!... Si hubiese entre vosotros alguna persona digna de medirse conmigo, que salga para que le escupa en la cara... ¡Déjenme ustedes, déjenme ustedes, por Dios, matar a alguno de estos granujas que han herido a mi hija! ¡Déjenme ustedes, señores; por Dios, me dejen ustedes!...

Parapetáronse los ingleses lo mejor que pudieron detrás de los peñascos, tendiéronse muchos en el suelo y dirigieron sus certeras flechas contra los honderos. ¡Barón! exclamó en aquel momento el señor de Burley; acaba de decirme Simón que no nos quedan más de doscientas flechas por junto. ¿Qué hacer? En mi opinión ha llegado la hora de parlamentar ó de morir casi indefensos.

Habia empezado á entrar en pláticas con los franceses, cuando, bajo pretesto de algunos tiros disparados desde la muralla, apuntaron aquellos sus cañones contra la Puerta Nueva, y entraron de repente en la ciudad hiriendo y matando sin compasion hasta á los indefensos que acertaban á cruzar las calles.

Pero el mirarnos indefensos, y el derecho natural de conservar la vida, nos conducirá, no á separarnos del servicio de S.M., y á abandonar la provincia, dejando el egercicio de azogueros y trabajo de minas, de que tanto beneficio le resulta al real erario; é incorporándonos en la tropa del mando de V.S., caminaremos á su destino, donde daremos las mas acrisoladas pruebas de nuestra fidelidad y amor al Soberano.

Caen desplomados los fuertes muros de S. Salvador de Prumia, de S. Martin de Turs, de las mas insignes abadías francesas... Si esto hacen los bárbaros inciviles del norte, ¿cómo esperar mas clemencia de los bárbaros cultos de oriente y mediodia, que asuelan ya el reino de Nápoles y Sicilia, que incendian á Monte Casino, á S. Plácido de Mesina, á S. Vicente de Vulturno, pasando á cuchillo á sus indefensos moradores? ¡Ah!

Palabra del Dia

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