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Actualizado: 29 de junio de 2025


Si mi familia se empeña en tratarme como a un chiquillo, yo le probaré a mi familia que soy hombre». Pero se quedó helado al suponer la contestación de su tía, que seguramente sería esta: «¿Qué habías de ser hombre, qué habías de ser...?». Cuando el buen chico se levantó al día siguiente, que era domingo, ya doña Lupe había vuelto de misa.

¡No puedo, no puedo, Pepe! exclamó Ramoncito pasándose la mano por la frente en el colmo de la congoja . Al principio todavía era dueño de ; podía hablarle con desembarazo y coquetear con otras.... ¡Hoy me es imposible! Así que la tengo delante me aturdo, me atortolo, no digo más que necedades. Si la encuentro de mal humor sobre todo. Cada contestación suya me deja helado.

Este es Juan de quien tanto os he hablado, a quien acabo de encontrar en la calle a punto de morirse helado entre la nieve... ¡Vamos, vestíos pronto! La noble familia de Santiago vino inmediatamente a abrazar al pobre ciego. La voz de la esposa era dulce y armoniosa: Juan creía escuchar la de la Virgen: notó que lloraba cuando su marido relató de qué modo le había encontrado.

Entremeses, consommé de aves, truchas con limón, solomillo de cerdo al horno, pastel de coliflor, pollo a la marinera, helado de avellana, bizcocho con frutas, postres de frutas, vinos, café y licores. Quinto.

Dábale la impresión exacta por lo demás de un escenario visto de día. De la bullente vida tropical, no hay más que el teatro helado; ni un animal, ni un pájaro, ni un ruido casi. Benincasa volvía, cuando un sordo zumbido le llamó la atención. A diez metros de él, en un tronco hueco, diminutas abejas aureolaban la entrada del agujero.

Sentí, de improviso, que un frío glacial me invadía, como si, emanado de su cuerpo, se trasladara al mío. ¿Ves? ¡ misma sientes que tengo razón! murmuró, alzando hacia sus grandes ojos inquietos. Estás loca dije, esforzándome por reír. Continuaba sintiendo en todo mi cuerpo ese helado calofrío. Un vago sentimiento me decía que Marta podía muy bien no equivocarse.

El conocía el palacio: á un lado, el vasto salón de conferencias y asambleas científicas, semejante á un Parlamento, con lámparas de cristal helado que afectan las distintas formas animales de las profundidades oceánicas; en mitad del vestíbulo, la estatua del príncipe Alberto vestido de marino y apoyado en la baranda del puente de su yate; al lado opuesto y en los pisos superiores, las colecciones recogidas durante los viajes de este navegante de la ciencia: miles de peces y moluscos, esqueletos gigantescos de cetáceos, piraguas y herramientas de pesca de los mares polares.

HELADO DE NARANJA. Se pone en un litro de agua el zumo de seis naranjas grandes, y el azúcar necesario, se echa en la garrafa y se pone a helar. HELADO DE CAF

Estas ardientes memorias, que parecen agostarse hoy en mi cerebro, como flores tropicales trasplantadas al Norte helado, me hacen a veces reír, y a veces me hacen pensar... Pero contemos, que el lector se cansa de reflexiones enojosas sobre lo que a un solo mortal interesa. Rosita era lindísima. Recuerdo perfectamente su hermosura, aunque me sería muy difícil describir sus facciones.

Eva azotaba nerviosamente con la fusta las hojas secas que quedaban todavía en las ramas muertas... Carlos se mordía el bigote oprimido por la conciencia de la palabra irreparable arrancada a su conciencia. ¿Quién sabía? Acaso le amaba ya un poco, a él, que la amaba tan apasionadamente... Acaso su brutal franqueza había helado la florecilla azul de un áspero frío de invierno.

Palabra del Dia

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