United States or Pitcairn Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


TRUCHAS EN SALSA. Se ponen después de limpias las truchas con pimienta inglesa y sal; se colocan en una besuguera; en aceite bien caliente se echa cebolla, un manojito de hierbas; con mantequilla, se tienen un ratito al horno, y al servirlas se rocían con zumo de limón.

Y habiéndolo así egecutado, nos pusimos en marcha, y á las cinco de la tarde llegamos á un arrojo bien grande y barrancoso, pero el agua es salobre. Aquí paramos; nos pusimos á pescar con unos anzuelos que se hicieron de unas agujas, con los que se pescaron muchas truchas.

Entremeses, consommé de aves, truchas con limón, solomillo de cerdo al horno, pastel de coliflor, pollo a la marinera, helado de avellana, bizcocho con frutas, postres de frutas, vinos, café y licores. Quinto.

Ana, después de leer estas y otras páginas, escribió sus impresiones de aquellos días. Don Víctor vino a interrumpirla para anunciarle que ya había instalado su tienda de campaña a la orilla del río, en el paraje más ameno y fresco, junto a una mancha de sombra en el agua, donde infaliblemente habría truchas. Desde aquella tarde pescaron. Pescaron poco, pero muy alabado.

¿Qué le vas a preguntar? dijo el cura riendo, en espera de un chiste. Le voy a preguntar a ver si por los demás peces que ha conocido se ha enterado algo de cómo están mis parientes al otro lado del mar, allí en América. Porque estas truchas saben mucho. Hombre, , pregúntale. Cogió Fernando la fuente en donde estaba la trucha y se la puso delante, luego acercó el oído muy serio y escuchó.

Era sábado. Á la noche, luego que hubieron cenado, se puso á limpiar y frotar los utensilios de la cocina mientras su abuela devanaba en el argadillo algunas madejas de hilo y su abuelo componía una nasa de mimbre para pescar truchas en la presa del molino.

El público desocupado que los contempla, cree que ejercen una especie de magnetismo sobre su presa como la culebra sobre las ranas; hasta cuentan que truchas y carpas, arrastrados á su pesar, van á morder el fatal anzuelo.

¡Ah! ¡os envía mi hermano el arcipreste! perdonad, perdonad otra vez; estos pajes... ¡eh! ¡dejad ahí esas fuentes; son de la tercera vianda, venid para acá! pero señor, ¿qué hacen esos veedores? ahora tocan las empanadas de liebre, los platillos á la tudesca y las truchas fritas.

Otro día, el dueño del boliche vino á contarle el descubrimiento hecho por unos españoles que, al verse faltos de trabajo, se dedicaban á la pesca. Dos leguas más abajo del pueblo habían pasado á una isla fangosa rodeada de cañaverales, con la esperanza de apoderarse de algunas truchas procedentes del lejano lago de Nahuel Huapi.

Sin embargo, a instancias de los dos, el campesino contó esta anécdota en vascuence: «Un día Fernando fué a casa del señor cura de Amezqueta, que era amigo suyo y le convidaba a comer con frecuencia. Al entrar en la casa, husmeó desde la cocina y vió que el ama estaba limpiando dos truchas: una, hermosa, de cuatro libras lo menos, y la otra, pequeñita, que apenas tenía carne.