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Ahora, la que más y la que menos huele a perrosVolvió a oirse la risa alegre y chillona de la muchacha. Celebraron los demás circunstantes las granujerías de Fernando el de Amezqueta y fueron a acostarse. A la mañana siguiente, Martín y Bautista dejaron a Amezqueta y por un sendero llegaron a Ataun, lugar en donde Dorronsoro, el jefe civil carlista, había sido escribano.

No habéis oído vosotros hablar de Pernando de Amezqueta? No. ¡Ah! Pues era el hombre más gracioso de toda esta provincia. ¡Las cosas que contaba aquel hombre! Martín y Bautista le instaron para que contara alguna historia de Fernando de Amezqueta, pero el campesino se resistía, porque aseguraba que oirle a él contar estas chuscadas no daba más que una pálida idea de las salidas de Fernando.

Les dijeron que por allá andaba una partida, y prefirieron seguir adelante. Esta partida, días antes, había apaleado bárbaramente a unas muchachas, porque no quisieron bailar con unos cuantos de aquellos foragidos. Dejaron el pueblo, y, unas veces al trote y otras al paso, llegaron hasta Amezqueta, en donde se detuvieron. VARIAS AN

Sin embargo, a instancias de los dos, el campesino contó esta anécdota en vascuence: «Un día Fernando fué a casa del señor cura de Amezqueta, que era amigo suyo y le convidaba a comer con frecuencia. Al entrar en la casa, husmeó desde la cocina y vió que el ama estaba limpiando dos truchas: una, hermosa, de cuatro libras lo menos, y la otra, pequeñita, que apenas tenía carne.

En Amezqueta entraron en la posada próxima al juego de pelota. Llovía, hacía frío y se refugiaron al lado de la lumbre. Había entre los reunidos en la venta un campesino chusco, que se puso a contar historias. El campesino, al entrar otros dos en la cocina, sacó su gran pañuelo a cuadros y comenzó a dar con él en las mesas y en las sillas, como si estuviera espantando moscas.

Muchos golpes como ese hacen falta dijo don José una cosa parecida ocurrió el año de 48, cuando el brigadier Zapatero y el coronel Damato desbarataron en Zaldivia y Amezqueta las partidas de Alzáa y Urbiztondo. Los han reventao añadió Pateta. Después el diálogo continuó sólo entre los hermanos. ¡Bah! ¿qué ha de decir el gobierno? Yo no hago caso de noticias oficiales dijo Tirso.

A Bautista y a Martín les parecieron más entretenidas que esta tonta historia de dragones y de santos las ocurrencias del buen Fernando de Amezqueta. Estaban oyendo los comentarios a la vida de don Teodosio, cuando se presentó en la venta un señor rubio, que, al ver a Bautista y a Martín, se les quedó mirando atentamente. ¡Pero son ustedes! Usted es el de... El mismo.

Allí, en vez de las historias del buen truhán Fernando de Amezqueta, tuvieron que oir, contada por una vieja, la historia de don Teodosio de Goñi, un caballero navarro que, después de haber matado a su padre y a su madre, engañado por el Diablo, se fué de penitencia al monte con una cadena al pie, hasta que, pasados muchos años y siendo don Teodosio viejo, se le presentó un dragón, y ya iba a devorarle, cuando apareció el arcángel San Miguel y mató al dragón y rompió las cadenas al caballero.