Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de octubre de 2025


Pero dejando a un lado alabanzas, diré en cifra y resumen, que Acevedo, lo mismo que Carvallo, quiso llevarlo todo por la tremenda, y que prevenidos a tiempo mis dos escuderos, que andan siempre alerta y ojo avizor, aun antes de que Acevedo y Tiburcio desenvainasen las espadas, se apoderaron de Acevedo, y con el auxilio de Teletusa y de vuestro doncel, le ataron chistosamente abrazado a la vieja Claudia y traspusieron con ellos al desván, donde se los encontrará el Sr.

Dicen algunos que la salida que hice la última noche fuera mejor hacerla cuando los turcos desembarcaron, que éramos más, y más enteros y fuertes podíamos pelear con ellos con 2 ó 3.000 hombres ó más: éstos hablan como mal pláticos ó mal informados, ó demasiadamente apasionados, porque allende de que mi intento principal fuese entretener allí el armada, y sólo este particular me había hecho quedar allí, por las causas dichas, no había de salir temerariamente á perder aquella gente y hacer á los enemigos breve su empresa, sin poderles hacer daño; porque ellos se desembarcaron y alojaron en el propio alojamiento é fuerte que nuestro campo tuvo después de ganada la batalla cuando en aquella isla saltamos con el ejército, que ultra de estar cuatro ó cinco millas del fuerte, estaban ellos no menos fuertes en él que nosotros en el nuestro, y no cómo paresciera ó con qué razón se podía hacer ir con 2 ó 3.000 hombres que entre buenos y malos podía sacar, dejando el fuerte desamparado, no solamente á combatir con 12.000 turcos que estaban tan lejos de donde me podía retirar, y en un alojamiento muy fuerte y atrincheado, con 20 piezas de artillería, pero con todos los moros, que siendo nosotros 7 ó 8.000 hombres cuando saltamos en aquella isla, sin ayuda ninguna de turcos nos acometieron á dar batalla é pelearon de manera que tuvimos la victoria dudosa, y se habían puesto y alojado á nuestra mano izquierda, y por las espaldas teníamos los árabes que habían entrado en la isla por orden del Dragut, que serían 1.500 caballos; é ultra de todas estas dificultades, había otra que no era menor, y era, para haber yo de acometer á los turcos en su alojamiento, me era fuerza ir de marina á marina, donde ellos con sus galeotas, fustas é bergantines me batían por costado; así que de salir á buscar los enemigos é irlos á combatir á su alojamiento, no podía suceder sino la pérdida de todos los que saliéramos y de los que quedaran en el fuerte.

Pidió á Taberé 2,000 indios auxiliares, y á los Cários, que proveyesen los bergantines, y así lo ejecutaron prontamente. Eligió 500 cristianos, de 800 que habia, dejando 300 en la Asumpcion, y por capitan de ellos á Juan de Salazar de Espinosa.

¡No, no querrá Dios!-dijo de una manera profunda el tío Manolillo ; no pensemos en eso. Me voy y te dejo solo, Felipe; pero cuidado con que te metas con mi Dorotea, porque... ¿Por qué? Porque me volveré loco, tendrás que hacer de Lerma tu bufón, y su excelencia te divertiría muy poco: adiós. Y el tío Manolillo salió, dejando sólo en su cámara á Felipe III.

Desde esta fecha hasta la llegada del capitan de fragata Domingo Monteverde, natural de Canarias y al servicio de España, hubo algunos encuentros, prósperos unos y adversos otros, entre las tropas federales mandadas por los coroneles Francisco Gonzalez y Moreno, Manuel Villapol y Francisco Solá y las españolas; estos combates tuvieron lugar en Santa Cruz de la Soledad, en las aguas entre el caño de Macareo y el de Pedernales, en Barrancas, en Lorondo y en Angostura, donde, despues de un grave descalabro en que Villapol tuvo que fortificarse en Maturin para salvar su gente, Moreno y Solá desaparecieron, dejando sus soldados en el mas criminal abandono y á merced del enemigo.

Y volvió a reírse, y me reí yo también, pero de dientes afuera, con lo cual, dejando ambos el balcón, volvimos a la cocina, en cuya perezosa se me antojó desayunarme aquella mañana.

Instantáneamente se deshizo el juego de bolos. Todos examinan con admiración el grande reloj de plata y su cadena, echando cálculos fantásticos acerca de su valor. Regalado dió orden á Linón de Mardana para que trajera de casa la barra de hierro. No tardó mucho el adusto servidor en presentarse con ella. La gente se separa, dejando espacio libre á los tiradores.

Iban en traje de marcha y con todos los arreos de campaña: bota al cinto, ros enfundado, manta liada al cuerpo, y a la espalda morralillo, en cuya blanca tela destacaba limpia y bruñida la tartera para el rancho: en los pies alpargatas, levantada en el empeine la polaina para facilitar el paso, y recogidas en el correaje las puntas del capote, dejando ver los pantalones rojos, que se movían acompasadamente por filas como miembros de una máquina viva.

Y de repente, dejando escapar un súbito sollozo, tapóse el rostro con el pañuelo, y un llanto desconsolador brotó de sus ojos, revelando un profundo abismo de amargura, un dolor hasta entonces callado y oculto. Quedóse un momento suspensa la Villasis, atónita y afligida por el temor de haber causado aquella honda pena. ¡Pero, Genoveva, por Dios!... ¿Te he ofendido?...

El supuesto barco mercante y sus dos perseguidores se dirigían rápidamente hacia el oeste, dejando al norte la costa de San Albano. No se divisaba otra vela en todo el horizonte. Roger permanecía cerca del timón, mirando las galeras enemigas y recibiendo de lleno en el rostro la fuerte brisa del mar que agitaba su rizado cabello rubio.

Palabra del Dia

acochan

Otros Mirando