Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de mayo de 2025


El camarero se acercó á Jacobo y puso á su alcance las provisiones que sus amigos le enviaban, sin que él lo echase de ver, sumido en su meditación. El yate había apagado sus fuegos para escapar más fácilmente á una posible persecución y en el mar sin límites, el espíritu de Jacobo, sereno y fortificado, reposaba ya en una tranquilidad absoluta.

A buen seguro que en cuanto acabó de suceder lo de Correos, bien se puso un centinela avanzada en medio de la Puerta del Sol, que antes no le había; el cual se está allí las horas muertas, viendo si viene algo por la calle de Alcalá. ¡Que vuelvan ahora los del 18! ¿Y no hay previsión? ¡Maldicientes! Lo mismo que el entusiasmo. Mil veces he oído decir que han apagado el entusiasmo. ¿Y qué?

Ventura operó una revolución, vistiéndose desde por la mañana con trajes nuevos y adecuados a aquella hora. No se la sorprendía jamás, ni aun en el retiro de su gabinete, sin todos los adminículos y adornos propios de la ocasión. Sus batas de seda de color siempre apagado, sus cofias de encaje nunca vistas hasta entonces, sus babuchas de terciopelo, eran el pasmo de la población.

Algunos se detenían sonriendo al oír el canto tristón y apagado, que parecía salirle de los talones; pero ¡valiente caso hacía él de los curiosos! ¡Como si una alma grande no estuviera, en sus dolores, por encima de la vulgaridad! Y miró al balcón. Ya no estaban allí.

Pero no es por eso por lo que no enseño yo a nadie mis cuadritos siguió Ana ; sino porque cuando los estoy pintando, me alegro o me entristezco como una loca, sin saber por qué: salto de contento, yo que no puedo saltar ya mucho, cuando creo que con un rasgo de pincel le he dado a unos ojos, o a la tórtola viuda que pinté el mes pasado, la expresión que yo quería; y si pinto una desdicha, me parece que es de veras, y me paso horas enteras mirándola, o me enojo conmigo misma si es de aquellas que yo no puedo remediar, como en esas dos telitas mías que conoces, Juan, La madre sin hijo y el hombre que se muere en un sillón, mirando en la chimenea el fuego apagado: El hombre sin amor.

Habíanse apagado las luces del combés para evitar que algún curioso pudiese ver la ceremonia desde las cubiertas del castillo central. Estaban en la obscuridad, silenciosos, encogidos, lo mismo que si preparasen un crimen. Eran fantasmas negros en torno de un cajón blanco inclinado hacia el mar. No teman más luz que la de las estrellas.

El hombre de más influencia en la alta sociedad bonaerense era el señor Penseroso: un abate griego, de Atenas, un hombre distinguidísimo, suave como una alondra, agudo y penetrante como una aguja: con su rostro de mártir, y un ojo apagado que no revelaba por cierto toda la agilidad y la hondura de que aquel sacerdote estaba dotado.

Y ya un tanto apagado su ardor y calmados sus impulsos ascéticos, despidiose de ella, pasando a recogerse a su alcoba. Te conozco, Ricardo, déjame. Ricardo callaba. Vamos, déjame; mira que necesito concluir pronto para llevar el caldo a mamá. El joven seguía tapándole los ojos por detrás sin decir una palabra. Por Dios me dejes, Ricardo... Ya no tiene gracia, después de haberte conocido...

Luego, las gentes de la dehesa le traían escamado, pues al hacer carbón, seguramente robaban al señorito... En fin, que en Matanzuela no se paraba un momento, y sólo después de media noche, cuando en la gañanía habían apagado la luz los que allí quedaban, se había decidido a emprender el galope.

¡Mira, hombre! acostumbraba a tutearme o a hablarme en impersonal en cuanto nos elevábamos un poco sobre el nivel de Tablanca . ¡Mira, Marcelo! ¿No jurarías que aquello que resplandece y flamea allá arriba, allá arriba, en aquel picacho, es la última de las luminarias con que el mundo festeja a su Creador mientras el sol anda apagado por los abismos de la noche? ¡Cosa buena! ¡Cosa grande!

Palabra del Dia

tundas

Otros Mirando