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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Los libres y solteros, que después de los catorce años ya no viven más con sus padres, viven todos juntos en una casa, que no es otra cosa sino una enramada descubierta por todos lados, la cual sirve también, en tiempo de sus visitas y cumplimientos, para recibir y alojar á los forasteros que vienen de otras partes, á los cuales regalan con lo mejor del país y con aquella su apreciada bebida, y acude todo el pueblo para festejar y participar, junto con los forasteros, del refresco; pero antes conjuran al demonio para que no venga á perturbar la alegría del festín; la ceremonia es salir algunos de ellos de la choza y, con grandes exclamaciones, dar en el suelo con las macanas.
#Una# mañana se levantó el aduar, y se fueron a alojar en un lugar de la jurisdición de Murcia, tres leguas de la ciudad, donde le sucedió a Andrés una desgracia que le puso en punto de perder la vida; y fué que, después de haber dado en aquel lugar algunos vasos y prendas de plata en fianzas, como tenían de costumbre, Preciosa y su abuela, y Cristina con otras dos gitanillas, y Andrés, se alojaron en un mesón de un viuda rica al cual tenia una hija, de edad de diez y siete o diez y ocho años, algo más desenvuelta que hermosa, y, por más señas, se llamaba Juana Carducha.
Nosotras decía Rufita después de los acostumbrados saludos; porque es de saberse que su madre apenas desplegaba los labios sino para sonreír continuamente y decir a todo «justo» , teníamos noticias exactas de su venida a Peleches este verano, no solamente por don Claudio que tanto nos distingue porque nos aprecia muchísimo, sino por la misma tía Lucrecia que nos lo escribió por el último correo, al darnos parte de que vendría también mi primo carnal, Nachito, a conocernos a todos sus parientes... vamos, a ustedes y a nosotras, ya que no podía venir ella por haber engordado una barbaridad, ni tampoco el tío Cesáreo, que tiene que estar siempre a su lado, porque no se puede valer de por sí sola, de puro gorda que está... Por supuesto que de esta venida del primo, muy corrida por aquí, y de saberse también que se ha carteado conmigo... ¡uff! han sacado los murmuradores horror de cosas: que si hay planes arreglados, ¡vea usted!; que si debe vivir con nosotras, porque es hijo de un hermano de mi madre; que si vivirá en Peleches, aunque es sobrino de ustedes solamente por parte de la suya; que si, por sus caudales atroces, estaría mejor arriba que abajo, por otros particulares que conoce bien la pobre tía Lucrecia y no habrá olvidado tampoco el tío Cesáreo, más propio y hasta más decente sería vivir abajo que arriba... Vamos, lo de siempre que la murmuración mete la pata en negocios ajenos... Pero nosotras, gracias a Dios... ¡y a buena parte vienen a hacer leña!... ¿eh, mamá?... nosotras bien conocemos que para alojar a una persona de la importancia de Nachito, no somos todo lo... vamos, todo lo principales y ricas que se requiere, por más que en educación y en sentimientos no tengamos que envidiar a las señoras más encumbradas; y por lo mismo que conocemos esto, no nos chocaría que mi primo se encontrara más a gusto en Peleches... ¡Ah! pues deje usted, que no falta quien dice que viene a casarse con usted, Nieves... usted sabrá si es cierto, ¡ja, ja, ja!
El Castillo era al mismo tiempo un conjunto de palacios y una fortaleza, donde se abrigaba la corte de los margraves del Rin y su guarnicion, pudiendo alojar á miles de personas.
Mandóse alojar á aquéllos en las casas de nobles y de acaudalados sevillanos, tocando á D. Diego Sánchez de Orihuela, hospedar uno llamado Monjarras, que era hombre joven, apuesto y de violento carácter, y el cual hubo de enamorarse de una hija soltera que D. Diego tenía.
Bajo el punto de vista del aseo, la comodidad, la extension y el órden, no hay en Europa hospitales que puedan rivalizar con los de Inglaterra. Tal parece como si esa nacion, ostentosa en todo, hubiese querido alojar lujosamente aún á los inválidos y miserables acogidos á la caridad pública.
Por un cálculo me parece que éste edificio podra contener ó alojar unas tres mil personas. Descripcion especial de las partes de este edificio: de la antigua mezquita: de la sala de Santa Isabel é inmediatas: inscripciones que se leen en los frisos &c. A la derecha de la entrada principal hay un patinel, á donde dan las rejas de algunas prisiones.
-Ahora bien, sea así como vuestra merced dice -respondió Sancho-, vamos ahora de aquí, y procuremos donde alojar esta noche, y quiera Dios que sea en parte donde no haya mantas, ni manteadores, ni fantasmas, ni moros encantados; que si los hay, daré al diablo el hato y el garabato. -Pídeselo tú a Dios, hijo -dijo don Quijote-, y guía tú por donde quisieres, que esta vez quiero dejar a tu eleción el alojarnos.
Este tuvo cuenta con la poca gente que venía, y con ver que mucha della estaba flaca y maltratada. Dió de todo relación á los moros, persuadiéndoles que nos diesen la batalla y peleasen antes que hacer acuerdo alguno con cristianos. Otro día bien de mañana comenzó á caminar el campo, marina á marina, en muy buena orden, la vuelta de los pozos, donde habíamos de alojar.
Rodeaba el convento por delante el patio grande, de que ya hemos hablado, y en él, a izquierda y derecha de la puerta de entrada, había cuartos pequeños de un solo piso, para alojar a los jornaleros, cuando los religiosos cultivaban sus tierras: allí habitaba en la época en que pasa nuestra historia, el guarda Manuel Alerza con su familia.
Palabra del Dia
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