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Pasado ese tiempo se echa el kilo de resina y cien gramos de sal común, y mientras hierve, que será otras dos horas, se ha de estar sin cesar de batir, sacándolo después a los moldes. Se echa en tres litros de agua medio kilo de sosa cáustica y se deja un día.

Acaso a resina de frutales o de eucalipto. Y por igual motivo, tenía la densa miel un vago dejo áspero. ¡Mas qué perfume, en cambio! Benincasa, una vez bien seguro de que sólo cinco bolsitas le serían útiles, comenzó. Su idea era sencilla: tener suspendido el panal goteante sobre su boca.

Las flores con igual carácter abundan en el trópico, y ya el sabor de la miel denuncia en la mayoría de los casos su condición tal el dejo a resina de eucalipto que creyó sentir Benincasa. Ninguna época de mayor alegría que la que nos proporcionó a María y a , nuestra tía con su muerte. Inés volvía de Buenos Aires, donde había pasado tres meses.

Por las pendientes que desaparecían girando según avanzaban los vagones, había aldeanas tiesas en medio de sus rebaños, vestidas con sayas coloradas y corpiños de terciopelo, y los árboles eran tan verdes en derredor suyo, que parecía todo aquello una pastorela sacada de una de esas cajitas de abeto, que tan bien huelen a resina y a pino, de los bosques del Norte.

La joven conocía el país, y su compañera aprovechaba este viaje forzoso para ver lo que tantas veces había admirado en los libros. Bajaron los tres en la estación de Battipaglia para tomar el tren de Pestum. Era una espera algo larga, y el marino las invitó á entrar en el restorán, barracón de madera impregnado de un doble olor de resina y de vino.

Unos tropezaban en él, otros caían, y tal hubo que se puso encima un buen espacio, y desde allí, como desde atalaya, gobernaba los ejércitos, y a grandes voces decía: ¡Aquí de los nuestros, que por esta parte cargan más los enemigos! ¡Aquel portillo se guarde, aquella puerta se cierre, aquellas escalas se tranquen! ¡Vengan alcancías, pez y resina en calderas de aceite ardiendo! ¡Trinchéense las calles con colchones!

Se emplea en construcción y para carruajes; en Mindanao alcanza dimensiones colosales. Ilang-ilang. Arbol de madera blanca sin aplicación alguna, pero sus flores, de las que se extrae la célebre esencia de su nombre, lo hacen sumamente apreciado. Abunda en Butuan. Ipil. Lauan. De gran tamaño, segrega una resina que se emplea en Visayas y Mindanao en substitución del incienso.

¿Quién es? Un semi-Dios. Este otro es honrado, caritativo, afectuoso, creador, valiente. ¿Lleva los bigotes untados con resina á izquierda y derecha, como si fuese pregonando la guerra al gran turco? No. ¿Lleva cadena? No. ¿Lleva brillantes? -No. ¿Va en coche? No. ¿Tiene una librea que le idolatre? -No. ¿Quién es? Nada; un pobre diablo.

A nuestra izquierda, habia una mesa rodeada de obreros, que sin duda acababan de comer. Ya de sobremesa, pasaban el rato en acertar charadas ó adivinaciones. Uno preguntó: ¿cuál es la cosa que más se pega? Este decia que era la resina; aquel que el alquitran; el uno que la cola; el otro que el aceite, el de más allá, que la trementina; el que le sigue, que la pez, y así cada cual decia su cosa.

Acaso el instinto de cobardía propio de su raza les moverá a agazaparse breves minutos detrás de un arbusto o de una peña; pero al primer imperceptible efluvio amoroso que les traiga la cortante brisa; al primer hálito de la hembra que se destaque del olor de la resina exhalado por los pinares, los fogosos perseguidores se lanzarán de nuevo y con más brío, ciegos de amor, convulsos de deseo, y el cazador que los acecha los irá tendiendo uno por uno a sus pies, sobre la hierba en que soñaron tener lecho nupcial.