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Significa la Tierra y al mismo tiempo la Libertad... ¿Le gusta á usted Wágner? Y antes de que pudiera contestar, añadió en español, con un acento criollo y entornando los ojos: Llámeme, si quiere, «la viudona»... El pobre doctor murió apenas volvimos á Europa. Tuvieron que correr los tres hacia el tren de Pestum, próximo á partir.

Ulises iba á exponer rudamente sus dudas sobre el equilibrio mental de la enfurruñada viuda, cuando les interrumpió la doctora. Contemplaba la palúdica llanura de acantos y helechos vibrante bajo la estridencia de las cigarras, y este espectáculo de verde desolación la hizo evocar el recuerdo de las rosas de Pestum cantadas por los poetas de la antigua Roma.

no has podido comprenderme; ignorabas la verdad... Cuando te encontré en el camino de Pestum fuiste para un recuerdo del pasado, un fragmento de mi juventud, de la época en que sólo conocía vagamente á la doctora y no me había comprometido aún en el servicio de «informaciones»... Al principio me entretuvo tu entusiasmo amoroso.

Una esquina adornada con una fuente las ocultó á los pocos pasos. Cuando Ulises, después de un ligero almuerzo en el restorán Diómedes, llegó corriendo á la estación, el tren iba á partir. Deseaba ver Salerno, célebre en la Edad Media por sus médicos y sus navegantes, y á continuación los templos ruinosos de Pestum.

Todos pedían lo mismo, y él, que era del país, jamás había visto una rosa en Pestum... Algunas veces, para satisfacer el deseo de las viajeras, traía rosales de Capaccio Vecchio y otros pueblos de la montaña; rosales iguales á los demás, sin otra diferencia que la del precio... Pero él no quería engañar á nadie. Estaba triste: le preocupaba la posibilidad de la guerra.

Necesitaba en seguida un rosal de Pestum, costase lo que costase. El viejo hizo un gesto malicioso.

La joven conocía el país, y su compañera aprovechaba este viaje forzoso para ver lo que tantas veces había admirado en los libros. Bajaron los tres en la estación de Battipaglia para tomar el tren de Pestum. Era una espera algo larga, y el marino las invitó á entrar en el restorán, barracón de madera impregnado de un doble olor de resina y de vino.

Luego, los reyes normandos, precursores de Federico II el padre de doña Constanza, la emperatriz amada por Ferragut , explotaban la ciudad desierta y entera, arrancándole columnas y esculturas. Todas las construcciones medioevales del reino de Nápoles tenían despojos de Pestum.

El paisaje cambió á ambos lados de la vía, que atravesaba ahora terrenos pantanosos. En las blandas praderas chapoteaban y rumiaban rebaños de búfalos, rudos animales que parecían tallados á hachazos. La doctora habló de Pestum, la antigua Poseidonia, ciudad de Neptuno, fundada por los griegos de Sybaris seis siglos antes de Jesucristo. Su prosperidad comercial dominaba toda la costa.

En la estación de Pestum, la esposa del único empleado miró con curiosidad á este grupo que llegaba cuando la guerra había cortado la corriente de viajeros. Freya la habló, interesada por su aspecto enfermizo y resignado. Todavía estaban en el buen tiempo. El sol primaveral caldeaba estas tierras bajas lo mismo que un sol de verano, pero aún podía resistirse.