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Lo único que escaseaba allí eran la luz y el calor, porque la de las mechas del velón casi se perdía en el negro espacio antes de llegar a la mesa, y el chamuscón que yo me había dado en la cocina sólo me servía en el comedor para sentir doblemente la glacial temperatura de aquel páramo.

El agua entraba por el techo, que tenía más agujeros que una criba, y después que las gotas salpicaron de agua el suelo polvoroso, siguieron menudos chorros que formaban charcos en diversos puntos. Esto es vivir en campo raso dijo Salvador con escalofrío . ¿Sabes que me parece has encontrado el sitio de la batalla? ¿Cuál? Este páramo.... Es indispensable que salgas de aquí.

El suelo se humedecía cada vez más, porque el sol no tenía fuerza bastante para enjugarle después de los chubascos, cada día más fuertes y más frecuentes; las noches eran eternas, y sólo un sueño como los que últimamente dormía el de Madrid, era capaz de hacérselas pasar medio á gusto entre los silbidos del vendaval que penetraba fino y cortante por cada rendija de las innumerables que tenían las puertas exteriores del solariego palomar; las lumbradas que hacía el ama en la cocina solamente las soportaban ella y don Silvestre, acostumbrados á su calor desde la infancia: el forastero se abrasaba acercándose al fuego, y retirándose de él se le helaban las espaldas con el gris que corría en aquel inmenso páramo.

Cap. 6. A que dió ocasión, dice Paramo en el mismo Cap. número 10. Una y otra atrocidad de los Judíos de la Guardia.

Bueno... y ahora ¿qué se hace con perderse... con ir a la cárcel, mujer? Pero mujer... mira, considera.... No considero, no miro nada.... Este diálogo duraba mientras cruzaron las dos amigas el páramo de Solares en dirección al barrio de Arriba, por donde suponía Amparo que iba Baltasar acompañando a las de García hasta su casa.

Joven, linda y rica, la vida, páramo a raíz de la muerte del pobre Esquilón, perdió, poco a poco, su aspecto desolado, recobrando sus muchos encantos y seducciones. Hoy Margarita se ha devuelto al mundo, con evidente deseo de vivir, y hasta ofrece un continente risueño, cierta alegría discreta, disciplinada por la viudez, que aumenta la gracia de su rostro hechicero.

En los fustes de las que no si llamar columnas, se ven enredadas hojosas vides de tamaño natural, con sus racimos correspondientes; todo ello dorado y luego bruñido. Las gigantescas estatuas de los cuatro Evangelistas, que también forman parte de la composición, parece que cruzan un páramo en día de mucho viento: ¡tan infladas y revueltas están sus vestiduras!

No había más que una sirviente inútil con quien doña Rebeca reñía de la mañana a la noche; escaseaban las viandas, y apenas si unas ascuas rusientes daban allí una idea remota de hogar. El cuarto de Carmencita era un páramo. Los escasos muebles parecían perdidos a la sombra de las paredes, en una línea confusa como de horizonte.

¿Ha venido el señor Gil del Páramo? dijo á un maestresala que se presentó á su llamamiento. En la antecámara espera, señor dijo el maestresala. Hacedle entrar. Entró un hombre de semblante agrio y ceñudo, vestido con el traje de los alcaldes de casa y corte, y se inclinó profundamente ante el duque. ¿Sois vos el que rondaba cuando encontrásteis herido al señor conde de la Oliva?

Amigo Páramo, hoy vienes más páramo que nunca te he visto. ¡Me río yo de las estepas de la Siberia y de los ventisqueros del monte de San Bernardo! Era una de las bromitas que se autorizaba con Tristán el ponerle este sobrenombre a causa de sus ideas sombrías.