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El Rey ha llegado á entender la reparable facilidad con que se han admitido por el gobernador de esas Islas las apelaciones de los autos de la contaduría mayor, contraviniendo al espíritu de las leyes y Reales órdenes, en que se dispone espresamente que no pueda admitirse recurso alguno estando pendientes los autos del tribunal de cuentas, y sin cubrir los alcances; y para evitar este abuso ha resuelto S. M. se prevenga á V. S., como lo ejecuto, que cele con la mayor eficacia la puntual observancia de dichas reales disposiciones, á fin de que el contador mayor ejerza sin restriccion alguna las funciones que le competen, siguiendo los juicios y espedientes sobre alcances de cuentas en la forma prescrita, ausiliando el Gobierno sus providencias siempre que el caso lo requiera, para que las partes cumplan sus mandamientos, y que no admita V. S. apelacion de los autos de la contaduría mayor para la sala de ordenanza ó de justicia cuando estén pendientes las resultas ó alcances de cuentas; pues cualquiera condescendencia en este particular causaria gravísimos perjuicios á los reales intereses, por los efujios de que se valen los deudores para entorpecer ó dilitar el pago á que los apremia el tribunal.

La gente del pueblo es curiosa... Vendrían las hablillas... después el escándalo... Opino que deberíamos aguardar un rato a que concluyera de oscurecer, o mejor aún, que yo fuese por delante a tantear el asunto... ¡No! ¡no! exclamó la dama. No le prevenga usted. Se negaría a recibirme. Es necesario cogerle de improviso; aprovechar el primer movimiento de su corazón, que es generoso.

Luego manifiesta V. S. la presuncion de que dichos fronterizos quieren poblarse en los terrenos que median entre los rios Yaguarí é Igatimí; y bajo de este concepto, el acuerdo de V. S. con el Señor D. Diego de Alvear propone por mas útil y ventajoso omitir lo que S. E. ha dispuesto, prefiriendo abrir un camino que, empezando en Concepcion y tirando al este, conduzca á las bocas de dicho Yaguarí, para fundar en alguna de ellas una poblacion que prevenga á los Portugueses.

Entonces, está dicho. Prevenga usted al cochero. Enseguida. Tu mujer, ¿ha puesto mucha resistencia? La necesaria para que su decisión tenga una significación cariñosa ... ¡Es un ángel! ¡Bueno! Se lo pagaremos después. Fueron interrumpidos por una tempestad de armonías: era la banda que, en el patio, empezaba, al unísono con la orquesta, el rigodón de honor.

Será preciso entonces que prevenga a Máximo, porque tiene la llave de la maleta y no dónde la ha puesto. Hágalo usted, se lo ruego, sin denunciar a Luciana. Naturalmente... ¿Por quién me toma usted? Siempre se tienen molestias con las mujeres atacadas por el furor de escribir... Estaba violento y nervioso. ¿Cómo podré dárselas a usted esta noche? ¿Es voluminoso?

Ya se lo decía siempre al superior gritaba el fraile . Prevenga al señor obispo de que el condenado está a su servicio, y así él obrará en consecuencia. Nada... él ha querido ocultárselo, y he aquí lo que ocurre. Y dirigiéndose al gitano, le preguntó con inquietud: ¿Por qué haces alejar tu embarcación? ¿es que tendremos que abordarla a nado? ¿Y de qué nos serviría la embarcación ahora padre mío?

1148 Su esperanza no la cifren nunca en corazón alguno; en el mayor infortunio pongan su confianza en Dios; de los hombres, sólo en uno; con gran precaución en dos. 1149 Las faltas no tiene límites como tienen los terrenos; se encuentran en los mas güenos, y es justo que les prevenga: aquel que defetos tenga, disimule los ajenos.

En seguida, después de haberla besado: Vengo a darte una noticia... bastante inesperada... La pobre baronesa, que se lisonjeaba de tener treinta años por delante... ¡Qué! exclamo Beatriz tornando violentamente el brazo de su amiga. Se murió anoche, hija mía, de un ataque de gota al corazón... Pierrepont me envía un telegrama encargándome que te lo prevenga...

No les prevenga usted que estoy aquí, Bobart, añadió tranquilamente Fortunato; quiero gozar de su sorpresa. Estupefacto por la desenvoltura de Roussel, Bobart consultó á Clementina con una mirada. Ella asintió con la cabeza. Entonces el complaciente primo, adivinando que acababan de ocurrir acontecimientos de extraordinaria gravedad, se lanzó al jardín en busca de los jóvenes esposos.