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Mal año fué, con todo esto probado, para el hermano ermitaño, el año de 1624, pues el 30 de Noviembre salio en el auto público de celebrado en la Plaza de San Francisco con 43 penitenciados más, siendo condenado á sufrir cien azotes de los más enérgicos, á «reclusión perpétua en un hospital ú convento donde no comulgase sino las Pascuas, ó para ganar algún jubileo en artículo de la muerte

Vivo en este Auto solo dos mujeres relajadas en persona, que asistidas de cuatro Religiosos de la Compañía y otros cuatro de otras Religiones se puede esperar murieron bien: uno más en estátua, por ausente fugitivo, contumaz e impenitente, pero no reconciliado aun; tres reconciliados en estátua, por haber muerto en las cárceles con señas de cristiandad y dolor y quince penitenciados, que abjuraron de levi por no haber sido convictos, ni confesos en la relapsa.

Salió, en esto, de través un ministro, y, llegándose a Sancho, le echó una ropa de bocací negro encima, toda pintada con llamas de fuego, y, quitándole la caperuza, le puso en la cabeza una coroza, al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio; y díjole al oído que no descosiese los labios, porque le echarían una mordaza, o le quitarían la vida.

Quiera Dios, que estas causas, que como ignoradas fueron la ruína y desdicha de tantas almas: sabidas y entendidas ya, sean en adelante para todos preservativo remedio, que ha sido el fin de este trabajo, para mayor gloria de JESUS. REOS RELAJADOS, RECONCILIADOS Y penitenciados, que salieron en persona y en estátua al cuarto Auto el día 2 de Julio 1691

REOS PENITENCIADOS EN EL MISMO Auto de 7 de Marzo 1691 y abjuraron de levi. Leonor Valls, mujer de Juan Picó, platero de oficio, natural y vecina de esta Ciudad, de edad de sesenta años, presa y reconciliada segunda vez por judaizante.

En la villa de Madrid, a 23 días del mes de Diciembre de 1658 años, para esta información recibimos por testigo a el licenciado Alonso Cano, racionero de la Santa Iglesia de Granada y natural de ella; juró in verbo sacerdotis de decir verdad y guardar secreto; y preguntado al tenor del tanto, dijo: Que conoce a Diego Velázquez, pretendiente, de cuarenta y cuatro años a esta parte y que es natural de la ciudad de Sevilla; conoció a sus padres, que se llamaron Juan Rodríguez de Silua y doña Jerónima Velázquez, naturales de dicha ciudad; conoció al abuelo paterno, que se llamó Diego Rodríguez de Silua, natural que oyó decir haber sido de la ciudad de Oporto, en el reino de Portugal, y no conoció a la abuela paterna, mas tiene noticia della, y que se llamó doña María Rodríguez, así mesmo, natural de la dicha ciudad de Oporto; de los cuales sabe que fueron padre y abuelo del dicho pretendiente, porque a los que conoció los vio tratarse como padres e hijos, y de los que no conoció lo oyó decir por cosa cierta que lo fueron, de los cuales sabe son y fueron habidos de legítimo matrimonio por no haber oído cosa en contrario, y por cristianos viejos, limpios de toda mala raza y mezcla de judío, moro o nuevamente convertido, sin haber oído que ninguno dellos ni sus ascendentes fuesen penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición en público ni en secreto por delito alguno de los contenidos en la pregunta ni por otros.

Leyósele su sentencia con méritos, abjuró de levi, fue condenada en doscientas libras, destierro de esta Ciudad y confinación en la Isla a arbitrio del Tribunal, gravemente advertida, reprendida y conminada. REOS PENITENCIADOS POR OTROS crímenes, el mismo día 7.

Murió en las cárceles poco tiempo después de preso: salió al Auto en estátua con insignias de reconciliado: leyósele su sentencia con méritos, declaróse haber sido hereje, apóstata, judaizante y haber muerto en estado de Poder ser reconciliado y haber sido absuelto Sacramentalmente y dádosele eclesiástica sepultura, con confiscación de bienes. PENITENCIADOS EN DICHO AUTO, QUE abjuraron de levi.

Ramiro reconoció al Conde de Fuensalida por el ceñido traje de gorgorán bordado de oro, que semejaba de lejos damasquinada armadura. La plebe les miraba absorta y enmudecida, y no se escuchaba otro rumor que el de los cascos sobre las piedras. Hubiérase dicho un desfile de animadas estatuas ecuestres y funerarias. La llegada de los primeros penitenciados suscitó de nuevo el vocerío popular.