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Casaba, al fin, á su hijo con la riquísima heredera de los Gomez, y gracias al dinero que Simoun le había prestado, había alhajado regiamente aquella gran casa, comprada en la mitad de su valor, daba en ella una espléndida fiesta, y las primeras divinidades de Olimpo manileño iban á ser sus huéspedes, para dorarle con la luz de su prestigio.

Natural de la isla de Luzón, tal vez manileño. Cursó la segunda enseñanza en el Ateneo de los jesuitas. Dirigió "La Vanguardia". Luego fué redactor del diario nacionalista "El Ideal", que ya no se publica.

Y proclamemos, de cara al Destino y ante cañones de gruesos calibres, que existe un nuevo derecho divino: el de los pueblos a ser todos libres. Y antes que el tiempo nuestra espalda encorve, pueda la patria de tu amor, Rizal, bajo el glorioso luminar del orbe, levantar su bandera nacional. Manileño. Residió largas temporadas en la metrópoli, forzado algunas veces por su profesión militar.

No morirá en mi tierra la lengua de Castilla, la cultura española no encontrará su ocaso, las leyes del Rey Sabio tendrán vida inmortal; porque en la historia un nombre eternamente brilla, al lado de Cervantes, Molina y Garcilaso, el nombre de aquel vate, héroe y mártir: Rizal. Octubre, 1915. Manileño. Sus primeros modelos fueron Bécquer, Espronceda y otros bardos hispanos.

Fué redactor de "El Comercio", diario manileño en español. Lo es ahora del diario católico "La Defensa". Es del artista inspiración fecunda; flor divina en el huerto de la vida; del bardo en el laud nota escogida que de armonías la existencia inunda. Angel hermoso que a la tierra inmunda cayó del cielo con el ala herida; blanca luz de la gloria desprendida, que del vivir la lobreguez profunda

Una salva de aplausos los hace reaparacer cogidos de la mano los que hace cinco segundos se perseguían y se iban á pegar, saludando aquí y allá al galante público manileño y cambiando ellas miradas inteligentes con varios espectadores.

Un día, aconsejáronle volver á España para curarse de una enfermedad del hígado, y los periódicos hablaron de él como de un Anteo que necesitaba poner el pié en la Madre Patria para recobrar nuevas fuerzas; mas el Anteo manileño se encontró en medio de la Corte, tamañito é insignificante. Allí él no era nadie y echaba de menos sus queridos adjetivos. No alternaba con las primeras fortunas, su carencia de instruccion no le daba mucha importancia en los centros científicos y academias, y por su atraso y su política de convento, salía alelado de los círculos, disgustado, contrariado, no sacando nada en claro sino que allí se pegan sablazos y se juega fuerte. Echaba de menos los sumisos criados de Manila que le sufrían todas las impertinencias, y entonces le parecían preferibles; como el invierno le pusiese entre un brasero y una pulmonía, suspiraba por el invierno de Manila en que le bastaba una sencilla bufanda; en el verano le faltaba la silla perezoza y el bat

Lejos de todo, olvidados, Entre mil plantas y flores Construyamos nuestro hogar; Y por siempre enamorados, Cantemos nuestros amores, Ciegos a cualquier pesar, Lejos de todo, olvidados.... Manileño aunque de abolengo español. Abogado por la Universidad de Manila. En esta ciudad, muy joven, comenzó a actuar de periodista en "El Comercio" y otros diarios españoles.