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Alquilaron un buen cuarto en la calle Mayor, cerca de la de Ramales, donde sus padres habitaban. Vivieron con desahogo, hasta con lujo; pero sin despilfarro. El ingenioso Sánchez y D.ª Carolina andaban un poco apurados de dinero por los gastos del primero en publicaciones, instrumentos científicos, excursiones, etc, etc. Carlota los protegía. Pero a Mario le parecía siempre poco lo que les daba.

II, «nuestra Península no solo era la nacion mas culta de toda Europa, sino la única provincia que conservaba todavia la cultura romana; la única que sabia las tres lenguas doctas, hebrea, griega y latina; la única que podia gloriarse de hombres verdaderamente sabios; la única que tenia seminarios, academias y bibliotecas... Aun con las bárbaras y sangrientas irrupciones de los Mahometanos, no se cerraron del todo nuestras escuelas y colegios, no se desampararon los estudios, no se abandonó el cuidado de recoger libros y formar bibliotecas, no se dió lugar á la supersticion y barbarie de los demas europeos... No sabian los Italianos medir un verso ni hablar bien en la lengua de sus padres, cuando resonaban las prosas y las poesías de nuestros Eulogios y Alvaros... Nuestras catedrales y monasterios renovaban los archivos y librerías quemados por los moros; nuestros obispos y abades mantenian seminarios de instruccion para clérigos y niños; nuestros eclesiásticos y doctores ejercitaban la pluma en tratados científicos y eruditosCabalmente son Cordobeses los dos sabios Alvaro y Eulogio citados por el crítico Masdeu, y ambos se formaron en la escuela de un ilustre abad, llamado Esperaindeo, que probablemente cursaba siendo adolescente las aulas de la iglesia cordobesa en los años últimos del reinado de Abde-r-rahman I. Decimos que probablemente estudiaria Esperaindeo en Córdoba, porqué de seguro no se sabe, si bien tampoco se contradice.

Los universitarios hablaban de asuntos científicos; algunos doctores jóvenes discutían, con la tristeza rencorosa que inspira el bien ajeno, los méritos del camarada que en aquel momento estaba leyendo sus versos á una muchedumbre inmensa sobre la escalinata del templo de los rayos negros.

Estaba al tanto de los progresos científicos, y sin pedantería ni vanidades, así, como quien no quiere la cosa, discurría como un sabio, de Filosofía y de ciencias físicas y naturales, dando innumerables muestras de su claro talento y de su copiosa erudición. ¡Buenos ratos me pasé oyéndole hablar de religión! ¡Qué mansedumbre! ¡Qué dulzura! ¡Nada de vanos escrúpulos ni de ridículas gazmoñerías!

Sin desamparar el estudio, y conservando todos los hábitos de una vida laboriosa y arreglada, los Jesuitas perdieron de vista sus neófitos, y tomaron parte en los trabajos científicos y literarios que ilustraron los últimos años de la pasada centuria. En Roma, en Boloña, en Venecia, se hicieron admirar en las academias los que habían sido declarados enemigos de la sociedad y del trono.

Para llevar á cabo este proyecto, fijó su residencia en la ciudad puritana, bajo el nombre supuesto de Rogerio Chillingworth, sin otra recomendación que sus conocimientos científicos y su inteligencia, de que poseía una suma no común. Como los estudios que hizo en otros tiempos le habían familiarizado con la ciencia médica del día, se presentó como físico, y como tal fué cordialmente recibido.

Ese joven delgado, de ojos saltones, algo encorvado, que gesticula con viveza porque no ha encontrado billetes, es el químico S, autor de muchos estudios y trabajos científicos, premiados algunos y notables todos; los españoles dicen de él que promete, promete... El que le apacigua con su risa volteriana es el poeta T, chico de talento, muy amigo mío, y por lo mismo que es de talento ha arrojado la pluma.

A mi llegada á Valparaiso encontré tambien á la república Chilena en un estado de agitacion nada propicio para los viages científicos, y provisto entónces de las recomendaciones del cónsul general de Francia en este Estado, pasé á Bolivia, de cuyo gobierno debia yo esperar una buena acogida, y los medios de proseguir mi exploracion continental.

Los descubrimientos científicos acabarán por restringir considerablemente el dominio del azar al disminuir nuestra ignorancia. Se dilató el rostro del pianista con un gesto de ilusión. Usted es un sabio, profesor, ¡un gran sabio!... No mueva la cabeza; yo lo que digo. Y tengo la seguridad de que si continúa estudiando estas materias importantes, encontrará una martingala que...

En Italia renacieron las bellas letras de la antigüedad y el arte grecorromano; pero no todo el Renacimiento fue literario. El Renacimiento representa el surgir a la vida de una sociedad nueva, con cultivos, industrias, ejércitos, conocimientos científicos, etc. ¿Y esto quién lo hizo sino España, aquella España árabe-hebreo-cristiana de los Reyes Católicos?