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Gracias a ello, este producto había subido extraordinariamente. La sociedad se encontraba con un depósito inmenso en Liverpool. El plan de Llera era lanzarlo al mercado en un momento dado, produciendo una baja enorme que asustase al Gobierno.

Les basta encerrarse en su inmenso dolor, lanzarlo en tristes estrofas al rostro de la ingrata, para que ésta desfallezca bajo el más terrible de los castigos.... Estaba decidido: abominaría del mundo y sus «vanas pompas»; se retiraría a un desierto, sería fraile, pero no como aquellos barbudos, malolientes y zarrapastrosos que iban por las calles, alforjas al cuello, sino con arreglo a figurín: frailecillo blanco y melancólico, vestido con franela fina, la cruz roja al pecho y los ojos en alto, como si filase el lamento tierno, interminable, de las almas heridas: una fiel imitación de Gayarre en el último acto de La Favorita.

Ahora preparaba el golpe definitivo, comprando mayor cantidad para lanzarlo repentinamente al mercado, aprovechar la baja que esto produciría y adquirir la mitad más una de las acciones. No todos los negocios han de salir bien replicó el otro sonriendo con mal disimulada satisfacción . Usted ha sido siempre afortunado.... No es a la fortuna a quien debe sus éxitos el duque.

Hubo despues que allanar, por entre el bosque, los obstáculos que se oponian á su marcha, de cerca de un cuarto de legua, hasta lanzarlo sobre el rio; lo que se efectuó victoriosamente. Me felicitaba ya del buen éxito de mis deseos; pues que para llenar la mision que me habia yo impuesto, no me faltaba otra cosa que hacer sinó bogar hácia Moxos.

Todos se alejaban indudablemente hacia el pueblo después del perdón del general... Estaba en mitad de la avenida, cuando sonó un aullido compuesto de muchas voces, un grito espeluznante como sólo puede lanzarlo la desesperación femenil.

Se alzó, se aproximó más á él y con más claridad oyó la voz de un hombre que cantaba allá arriba. El canto no era del país sino playera andaluza. Entonces arrimando la boca al agujero gritó con todas las fuerzas que le quedaban: «¡CelsooFué un grito horrible, extraño, semejante á un aullido. Como si con él exhalara toda la vida que aún tenía, después de lanzarlo cayó al suelo desmayada.

Muchos se pasaron al bando del Majito, sin darse la razón de ello; otros permanecieron abajo, y todos tiraban, soldados bravos, saliendo a la primera fila y desafiando el proyectil que venía. Bajarse, elegir el guijarro, cogerlo, hacer el molinete con el brazo y lanzarlo, eran movimientos que se hacían con una celeridad inconcebible.

Estaba en su jardín, sosegadamente, armando, para lanzarlo al aire, un papagayo de papel, pasatiempo honesto de un Mandarín jubilado, cuando le sorprendió ese «tilín-tín» de la campanilla. Ahora yace a orillas de un arroyo susurrante, vestido de seda amarilla, muerto sobre la hierba verde, con la panza al aire, y en sus manos frías tiene su papagayo de papel, que parece tan muerto como él.

El marino levantó su bastón, pero antes de que pudiera lanzarlo se sintió con el brazo inmovilizado por dos manos nerviosas. Freya se apretaba contra él, con el rostro pálido y los ojos dilatados por el miedo y la súplica. ¡No, capitán!... ¡Déjala!

Carlos de Ohando y algunos condiscípulos suyos, carlistas que se las echaban de aristócratas, comenzaron a proteger al Cacho y a excitarlo y a lanzarlo contra Martín. El Cacho tenía un juego furioso de hombre pequeño é iracundo; el juego de Martín, tranquilo y reposado, era del que está seguro de mismo.