United States or Togo ? Vote for the TOP Country of the Week !


Estas masas enormes las movía con tanta soltura como un niño maneja un guijarro. Después de tomarlas en la orilla con las puntas de sus dedos, avanzaba mar adentro, yendo á colocarlas en el extremo de un malecón que se estaba construyendo para el resguardo del puerto hacía muchos años.

Digo, pues, que, como ya Cardenio estaba loco y se oyó tratar de mentís y de bellaco, con otros denuestos semejantes, parecióle mal la burla, y alzó un guijarro que halló junto a , y dio con él en los pechos tal golpe a don Quijote que le hizo caer de espaldas.

Allí se detuvo; volvió a echar una mirada recelosa a entrambos lados de la calle, y entró resueltamente en el portal. Era amplio, con pavimento de guijarro como la calle, las paredes lisas y enjalbegadas de mucho tiempo, tristemente iluminado por una lámpara de aceite colgada en el centro.

Un pajarito de pardo color y pecho blanco fué alcanzado por un guijarro, y se retiró revoloteando con el ala quebrada. Pero entonces la niña cesó de jugar, porque le causó mucha pena haber hecho daño á aquella criaturita tan caprichosa como la brisa del mar ó como la misma Perla.

Que, si vuestra merced pasara con ello, pues no era su juez, bien creo yo que el loco pasara adelante con su historia, y se hubieran ahorrado el golpe del guijarro, y las coces, y aun más de seis torniscones.

Anduvo otro buen pedazo del camino, y se detuvo de pronto. Aquí fue se dijo , y aquí debe de estar. Miró... y allí estaba: sobre un tapiz de apretado césped, y entre dos helechos y un guijarro.

Su boca apenas estaba cubierta con un hule, desprendido de las puntas; un andrajo negro con letras amarillas y borrosas. Feli leyó con algún trabajo: «Aparisi y Guijarro». Ese señor continuó Isidro fue famoso en vida. Pronunciaba en el Congreso discursos que duraban varias sesiones. Los curas de toda España, los devotos, las mujeres, aguardaban con impaciencia los periódicos para leerle.

Pues ¿qué diré del modo con que de noche nos apartamos de las luces porque no se vean los herreruelos calvos y las ropillas lampiñas?, que no hay más pelo en ellas que en un guijarro, que es Dios servido de dárnosle en la barba y quitárnosle en la capa.

Cada palabra de Guillermina fue como un guijarro. En aquel momento, cogido el pañuelo por las dos puntas hacía con él una soga. No se puede saber si fueron espontaneidad aturdida o bien reflexión deliberada estas palabras suyas: «Es que yo soy muy mala; no sabe usted lo mala que soy».

Piscis, siempre terrible, agarró un guijarro de la calle, esperó a que su amigo doblase la esquina, y ¡zas! lo encajó dentro del Camarote, haciendo polvo los cristales. Luego se dió a correr. Para que no le conociesen los que salieran en su persecución, se dejó caer sobre las manos, corriendo en cuatro pies con habilidad pasmosa. En el café de la Marina había también alguna gente.