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Una multitud de hombres barbudos, vestidos con trajes obscuros y sombreros de copa alta, casi puntiaguda, de color gris, mezclados con mujeres unas con caperuzas y otras con la cabeza descubierta, se hallaba congregada frente á un edificio de madera cuya pesada puerta de roble estaba tachonada con puntas de hierro.

Se perdían bajo las puertas, con una tiesura sacerdotal, los graves jinetes moriscos, arrastrando el albo alquicel anudado á la cabeza como una bola de nítida blancura, ó el manto purpúreo de aguda capucha, que les daba el aspecto de barbudos frailes rojos.

Al pronunciar estas palabras señalaba Borrén a Amparo, cuyos rojos atavíos la distinguían del círculo femenino que la rodeaba. Pues esa chica aún politiquea más que los barbudos... ¿no sabe usted...? Y el incidente del banquete fue comentado, desmenuzado, acribillado por las dos bocas masculinas, que lo adornaron con festones satíricos.

Junto a la borda, otros hombres barbudos fumaban en largas pipas, y de vez en cuando sus manos rojas y escamosas se hundían bajo las sotanas forradas de pieles para agitar con fuertes rascuñones los harapos invisibles. Tenían que abrirse paso los marineros en esta muchedumbre compacta e inmóvil que bebía sol y aire fuera del encierro de los sollados.

La escala apoyada en una de sus rodillas perdió el equilibrio, derribando de sus corceles á tres de los jinetes barbudos y dejándoles mal heridos. Varios de sus compañeros desmontaron para llevarlos al hospital más próximo. Descendieron los barberos de la cabeza del gigante, declarando terminada la operación.

Graves y barbudos santos, alineados con la compostura propia de los círculos celestes aparecen en el centro de este gran Apocalipsis de madera dorada, terminando tan portentosa máquina un Cristo colosal, cuyos brazos, que se abren contraídos por los dolores corporales, parece van á estrechar en supremo abrazo á todo el linaje humano.

Nosotros, gentleman, sostenemos un ejército por exigencias de la moral: para que no se perturben las abstinencias virtuosas que debe guardar la juventud. Pero yo dijo el gigante he visto hombres en ese ejército: atletas barbudos con traje de mujer y grandes cimitarras, que iban á caballo y eran mandados por oficiales hembras.

Afortunadamente, tenía buenas relaciones con diversa gente de su estofa y aun con hombres barbudos que parecían dispuestos á protegerle, y bulle que bulle, aquí me meto y allí me saco, consiguió dominar su triste estado.

Ha hecho él más por la gloria de Vizcaya con sus empresas industriales, que todos aquellos Jaunes, sucios, barbudos y llenos de costras. Urquiola calló, desconcertado ante este elogio á su querido tío, temiendo que el millonario tomase la menor respuesta como un atentado á la gloria de su nombre. Pero doña Cristina vino en su auxilio para que la discusión no quedase ahogada.

Los indios mas inmediatos á Cuyabá por el norte son los Paresis y los Barbudos: estos nunca se rinden á los portugueses, porque ó han de vencer, ó han de quedar muertos en la refriega.