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Pues eso es precisamente lo que le seduce a Gayarre, y bien se le conoce cuando se queda tan abrazadito con ella al tiempo de caer el telón y suelta aquellas feroces carcajadas el artista mallorquín señor Uetam. En general, bien se puede decir que Goethe no ha amado ni pintado más que cursis.

Terminado el Rosario, dos de las más espirituales tertulianas subieron a la pequeña tribuna acompañadas de un salvaje barítono y de otro que tecleaba el piano y cantaron uno de los más preciosos números del Stabat Mater de Rosini. Al escucharles todas aquellas almas místicas sintieron la nostalgia del teatro Real, de la Tosti y de Gayarre.

Qué mal los cantaba aquel tenor de Valladolid.... Pero oye... mira que idea... hermosa idea.... Figúrate aquí, en medio del Vivero, ahí, junto al estanque, figúrate a Gayarre o a Masini cantando... en esta noche tranquila, en este silencio... y nosotros aquí, debajo de esta bóveda... oyendo... oyendo.... Las óperas deberían cantarse así... ¿Qué nos falta a nosotros ahora?

Les basta encerrarse en su inmenso dolor, lanzarlo en tristes estrofas al rostro de la ingrata, para que ésta desfallezca bajo el más terrible de los castigos.... Estaba decidido: abominaría del mundo y sus «vanas pompas»; se retiraría a un desierto, sería fraile, pero no como aquellos barbudos, malolientes y zarrapastrosos que iban por las calles, alforjas al cuello, sino con arreglo a figurín: frailecillo blanco y melancólico, vestido con franela fina, la cruz roja al pecho y los ojos en alto, como si filase el lamento tierno, interminable, de las almas heridas: una fiel imitación de Gayarre en el último acto de La Favorita.

Si eso no vale nada.... ¿qué importa un catarro?... Animarse.... Este año tendrá comedias la Puenteancha... la Monteros me lo dijo.... Los Torreplana de Arganzón indicaron ya que recibirían los jueves.... Tendremos en el Real a la Patti y a Gayarre; ¡figúrate! Hemos escrito que nos abone, por si no llegamos a tiempo....

Los primeros son los únicos que expresan realmente de un modo perfecto la esencia de la humanidad. Gayarre y la Tosti fueron puestos otra vez a discusión. Los que habían llegado últimamente dieron su opinión, tanto sobre el mérito como sobre la disposición física de los dos cantantes.

Terminó al fin la comida no sin dedicar, por supuesto, un buen rato de conversación al teatro Real, a Gayarre y a la Tosti. No la hubieran digerido bien si les faltase. El café, como era costumbre en casa de Osorio, se sirvió en el mismo comedor. Luego, las señoras con algunos hombres se fueron al salón. Otros se quedaron fumando, pero no tardaron en ir a reunirse con los demás.

Todos sonrieron menos la interesada, que le miró con sorpresa abriendo mucho los ojos. ¿Cómo fortuna? Fué necesario que el general le diese la galantería mascada; sólo entonces la pagó con una sonrisa. ¿No es verdad que ha estado muy bien Gayarre? dijo Clementina. ¡Admirable! como siempre respondió su cuñada. Yo le encuentro falto de maneras expresó el general.

Los abonados al paraíso del Teatro Real saben muy bien que cuando Gayarre en el primer acto brama con voz atiplada la giovinezza, es con el objeto exclusivo de ir a decir ternezas a Margarita en el tercero. ¿Y quién era Margarita? Una muchacha que hilaba, barría, lavaba la ropa de sus hermanos y paseaba los domingos por Recoletos.

¡Oh! ¡oh! ¡oh! exclamó el duque soltando una sonora y bárbara carcajada como las de los héroes de la Iliada . ¿Y por qué no les hemos de traer a Gayarre y a la Tosti para recrearles por las noches? Deben ser muy aburridas aquí las noches. Las damas sonrieron avergonzadas. Vamos, duque, no bromee usted, que la cosa es seria dijo la condesa de la Cebal.