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no eres jugador: lo dijo ella . Nunca te sentiste atraído por esa voluptuosidad. Por eso ignoras la fuerza misteriosa del juego y das consejos sobre lo que no entiendes. Si yo dejase de jugar, sentiría inmediatamente mi miseria; entonces sería pobre de verdad. Mientras juegas, siempre tienes dinero á mano; ganas, pierdes, pero nunca te falta lo que necesitas para la vida.

Además, nos hacen falta cañones, y esos nos vendrán a maravilla. ¡, a maravilla, idiota! Has estado esperando hasta el último momento por amor propio, ¿no es eso? Querías batirte, ensalzar tus hazañas, vanagloriarte. Y para eso juegas con la vida de todos nosotros. ¡Ea, mira! ¡Allí tienes a los otros preparándose en Framont!

Los dos amigos se levantaron y, familiarmente cogidos del brazo, pasaron á la sala de juego y se aproximaron á la mesa del baccará. ¿Juegas ahora? preguntó Tragomer. De vez en cuando, para pasar una hora. ¿Y ganas? Algunas veces. Tragomer miró á Sorege y dijo tristemente: No eres entonces como el pobre Jacobo. Ese no ganaba nunca.

Y la otra con refinada calma dijo así: «Hace mucho calor; no tengo ganas de salir». Pero ... ¿juegas... o qué...? No se apure usted, señora, no se encabrite, no se encumbre replicó la Sánchez . Si se me viene con sofoquinas y con aquello de ordeno y mando, no hemos hecho nada. Usted en su casa, y yo en la mía. Los cinco mil reales... mírelos usted; aquí están.

Pasado el berrinche, se fijó en la cara de su sobrina, encontrando en ella un oscurísimo jeroglífico que no podía descifrar: «Pero estate sin cuidado que ya te lo acertaré yo... Conmigo no juegas ».

Ahora lo recuerdo con desprecio. Por eso vivo en Monte-Carlo: tengo la corazonada de que la suerte volverá á buscarme aquí y no en otra parte. ¿ no juegas? Se irritó Miguel ante esta pregunta. ¿No le había dicho que estaba arruinado? ¿Iba á imitarla á ella, que empeoraba su situación perdiendo los restos de su fortuna? ¡Arruinado! exclamó Alicia . Tu mala época no puede ser larga.

A no has de engañarme, como a tu padre dijo por último, andas en algo malo, Quilito, y si te escondes, es que el remordimiento te persigue... de alguna acción vituperable... ¡no cuál! Seré muy torpe, pero me parece que juegas... y si juegas, que has perdido... ¿he dado en el clavo? ¿ o no? Tan había dado, que el chico se agitó, como si acabara de recibir un alfilerazo.

Por eso todas las piezas están cerradas, y Valeria y yo hacemos nuestra vida en dos habitaciones del primer piso. Allí comemos, allí dormimos... Valeria es una muchacha de París, una señorita que yo protejo. ¡Figúrate si será pobre para que yo la proteja! Pero juegas dijo el príncipe. Ella pareció escandalizarse de estas palabras, que sonaban como una recriminación.

Centenarias hayas que prestan su sombra Al lecho por donde juegas en ondas Te sirven de templo Y de corona, las hojas secas de otoño y el verde musgo. La vieja pila de mármol ha sido destrozada Pero , siempre generosa Devuelves bien por mal a los que te ofendieron Ofreciéndoles la frescura de tus aguas, limpias como el cristal.

No... dijo mirando por la ventana la interpelada. Entonces es que solamente juegas a irte dijo Carolina riendo. Déjame, pues, jugar a también. Asintió Lady Clara y Carolina voló al cuarto vecino, reapareciendo con una cajita, en donde comenzó gravemente a empaquetar sus vestidos. Lady Clara observó que no eran muchos.