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Pues si pierdes el tiempo perorando inútilmente no será nada extraño que haya quién lo aproveche y te quedes rezagado como siempre. Si así sucede la culpa será tuya, porque yo te he suplicado que no me interrumpas y no parece sino que te ha faltado tiempo para hacerlo. Está bien. Habla, pues; ya te escucho. Veamos qué es lo que tienes que contarme.

Pierdes el mejor y el más agradecido de los maridos. Y la peor y la más ingrata de las mujeres. Escucha, Rita continuó Arias ; ¿tiene nuestro tío, que está enfrente de nosotros, alguna custodia en la cabeza, que te impide volver la cara a quien te habla? Tengo una torcedura en el pescuezo. Esa torcedura se llama Luis de Haro. ¿Todavía estás encaprichada con ese consumidor de barajas?

Y como él contestase afirmativamente, sin jactancia, con sencillez, Nélida casi le saltó al cuello. ¡Mi rey!... ¡Mi hombre!... ¡Lástima que estemos aquí! ¡Ay, qué beso te pierdes! Encontráronse con el señor Kasper, que los acogió con toda la bondad de su rostro patriarcal. «Papá... papáSu hija le besaba las barbas venerables, insistiendo en esta caricia con un runruneo de gata amorosa.

¡Vaya Vd. con Dios, Padre! y desapareció bruscamente en la espesura. ¡Dios bendiga tu primer paso en la senda del bien, hijo! repuso en recia y conmovida voz el Cura, y salve tu alma, que pierdes entregándola á tus malas pasiones.

¡Cómo! exclamó María . ¿Te vas a cenar y me dejas? ¿Me dejas sola y mala como lo estoy, por tu causa? ¡Pues qué! replicó el torero , ¿quieres que yo también me ponga a dieta? Eso no, morena. Me aguardan y me largo. Buen rato te pierdes.

Too lo que tienes es hambre. Y a continuación ofrecíala cuantos alimentos extraordinarios poseían sus compañeros: un pedazo de bacalao, una morcilla de la sierra que milagrosamente se conservaba en la gañanía... Pero la gitana rechazábalo todo con gesto agradecido. te lo pierdes; te se da de too corazón. Así estás de enjuta y esmirriá, y así te morirás: porque no comes.

MANRIQUE. Ya vuelve ... LEONOR. ¿Dónde estoy? MANRIQUE. En mis brazos, Leonor. LEONOR. ¿Qué rumor es ése?... MANRIQUE. ¡Cielos!... Tal vez... LEONOR. ¿Adonde me llevas? Suéltame por Dios... ¿no ves que te pierdes? MANRIQUE. ¿Qué me importa, si no te pierdo a ti? LEONOR. ¿Pero qué significa ese ruido? MANRIQUE. No es nada, nada. LEONOR. Ese resplandor... esas luces que se divisan a lo lejos.

Me voy corriendo, aunque me caiga. Con esto desapareció. ¡Jesús! dijo la marquesa . Rafael me marea; parece hecho de rabos de lagartijas. Se mueve tanto, gesticula tanto, charla tan sin cesar y tan deprisa, que me quedo en ayunas de la mitad de las cosas que dice. Poco pierdes dijo el general.

Bien se lo decíamos mi señora y yo: «Francisca, que te pierdes, que te vas a ver en la miseria», y ella... tan tranquila. Nunca pudimos conseguir que apuntara sus gastos y sus ingresos. ¿Hacer ella un número? Antes la mataran. Y el que no hace números, está perdido. ¡Con decirle a usted que no supo jamás lo que debía, ni en qué fecha vencían los pagarés!

Luego hay mujeres, que porque han tenido una desgracia o una flaqueza, que se ha hecho pública por este hermoso sistema de sociedad, están siempre acechando la ocasión de encontrar cómplices o imitadoras que las disculpen, las cuales ahogan la vergüenza en la murmuración. Si hablas a una bonita, la pierdes; si das conversación a una fea, quieres atrapar su dinero.