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Todos los dias se registran procesos escandalosos capaces de desconsolar al filósofo que ménos crea en la perfectibilidad del humano linaje; se suceden unas á otras las bancarrotas que ponen en desolacion á las familias y asustan al observador; los suicidios se repiten con una tremenda frecuencia que pone susto en el alma: los tribunales se ocupan casi sin tregua en conocer asuntos infamantes que reprueba toda moral, por poco sólida que sea: y todos estos actos que acabo de enunciar pasan á la luz del dia y se registran en las estadísticas: ¿quién será capaz de ocuparse de las acciones que no se juzgan, de las escenas secretas que desgarran el alma todos los dias en el interior de las familias?

Sería extraño que sufriese en silencio el presuntuoso descaro con que los diputados y senadores yankees se constituyen en tribunal del humano linaje, en hierofantes de la filantropía y la cultura, reprobando y anatematizando la conducta de una nación soberana en su gobierno interior, sometiéndola á su fallo y tratando de imponerle castigos infamantes, de desmembrarla á su antojo y de despojarla de parte de sus bienes.

Una lluvia de infamantes latigazos cayó sobre sus espaldas. D. Fruela le había sorprendido, le castigaba y le afrentaba furioso. La jauría de sus podencos y lebreles y sus monteros se acercaban ya. Afrentado el mozo, aunque en edad tan tierna, no reflexionó en el peligro ni en lo desigual de la lucha, y venablo en mano se lanzó contra D. Fruela para matarle.

Parece que en la prisión, como su espíritu era inquieto y turbulento, traía siempre revueltos á los demás presos, gente de la hería, nada pacífica ni sosegada, y esto dió motivo á que, denunciado por blasfemo horrendo, saliese un día por las calles de Sevilla á sufrir los infamantes azotes; y no quedó aquí el castigo, sino que la Inquisición lo reclamó y le hizo á fin de 1699 salir en auto público, encorozado y con una mordaza, enviándolo luego á sufrir seis años de galeras.

¿Qué estamos hablando aquí de marcas ó sellos infamantes, ya en el corpiño del traje, en las espaldas ó en la frente? gritó otra, la más fea así como la más implacable de aquellas que se habían constituído jueces por y ante . Esta mujer nos ha deshonrado á todas, y debe morir. ¿No hay acaso una ley para ello?

Salió un momento el sol, un sol pálido, que apareció en el cielo envuelto en un halo opalino. Nos contemplamos los tres. El aspecto que teníamos era horrible; trascendíamos al presidio: en nuestra espalda podían leerse aún los números del pontón. Cuando les hice observar esto, Ugarte y Allen se sacaron la chaqueta y con la punta de la lima quitaron los infamantes números. Yo hice lo mismo.

Esta pureza se pierde por un nacimiento ilegítimo; por la menor y más dudosa alianza con sangre mulata o judía, así como por los oficios de verdugo y pregonero, o por castigos infamantes. ¡Válgame Dios dijo Rita , qué fastidiosos están ustedes con su nobleza! ¿Quieres, Rafael, hacernos el favor de continuar la historia del tío? ¡Dale! exclamó la marquesa.

Soledad recibió sin pestañear la rociada de injurias que le escupió á la cara. Cuando hizo una pausa se volvió sin responder palabra y salió de la estancia. Al trasponer la puerta dejó escapar un sollozo ahogado. Velázquez siguió todavía largo rato vomitando cólera. Mil frases desdeñosas, infamantes, salieron de su boca después de quedarse solo. Al cabo se calló.

Ese heróico y hospitalario pueblo de Colombia no es una sociedad bárbara, como la califican los afortunados en Europa, puesto que allá ninguno se muere de hambre, la igualdad avanza dia por dia, el corazon es generoso, la nocion de la justicia es mas general, y el desgraciado no necesita para buscar la subsistencia de entregarse á oficios infamantes que degradan el alma, envenenan el corazon y hacen descender la humanidad hasta el nivel del bruto!...»