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9 Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se ausentó por muchos tiempos. 10 Y al tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío. 11 Y volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío.

El señor comisario se hincó de rodillas en el púlpito y, puestas las manos y mirando al cielo, dijo ansí: "Señor Dios, a quien ninguna cosa es escondida, antes todas manifiestas, y a quien nada es imposible, antes todo posible, sabes la verdad y cuán injustamente yo soy afrentado. En lo que a toca, yo lo perdono porque , Señor, me perdones.

La estancia en que le recibí en mis brazos, después de las bendiciones nupciales, me causa ahora rubor, como al afrentado le causa rubor el sitio en que sufrió la afrenta.

Mari Díaz estaba temblando ó haciendo que temblaba junto á él. Don Bernardino, empolvado por el tablado, que no estaba muy limpio, se había levantado trémulo de cólera, había desenvainado la espada, y se había ido hacia Juan Montiño. El alférez y sus acompañantes se interpusieron. Dejad que mate á ese hombre que me ha afrentado dijo don Bernardino.

Si la pobre inválida existiese para el sentimiento de lo que es, como existe para el sentimiento de lo que sufre, seguramente me hubiera afrentado. No, amiga mía, no: si otra cosa crees, te engañas: al menos, mi corazon me dice que te engañas. Todos somos hermanos, ante la religion que nos llama por boca de un viejo: más hermanos todavía, ante la sublime fraternidad de la desgracia y del dolor.

Es innegable que en la resolución que se ha tomado y en los motivos que se han alegado para tomarla se nos ha hecho el insulto más sangriento que hacer se puede. Un sujeto cualquiera, medianamente celoso de su honra, ofendido así por otro sujeto, quedaría afrentado, humillado y escarnecido si no pidiese y buscase la venganza en un duelo á muerte.

Reíase el catalán mucho y decía a la niña que se casase conmigo para volver el refrán al revés, y que no fuese tras cornudo apaleado sino tras apaleado cornudo. Tratábame de resuelto y sacudido por los palos; traíame afrentado con estos equívocos. Si entraba a visitarlos trataban luego de varear; otras veces de leña y madera.

Yo, que me vi corrido y afrentado, y que ya me iban dando en la flor de lo rico, comencé a trazar de salirme de casa; y para no pagar comida, cama ni posada, que montaba algunos reales, y sacar mi hato libre, traté con un licenciado Brandalagas, natural de Hornillos, y con otros dos amigos suyos, que me viniesen una noche a prender.

Una lluvia de infamantes latigazos cayó sobre sus espaldas. D. Fruela le había sorprendido, le castigaba y le afrentaba furioso. La jauría de sus podencos y lebreles y sus monteros se acercaban ya. Afrentado el mozo, aunque en edad tan tierna, no reflexionó en el peligro ni en lo desigual de la lucha, y venablo en mano se lanzó contra D. Fruela para matarle.

Sintieron los pobres animales las nuevas espuelas, y, apretando las colas, aumentaron su disgusto, de manera que, dando mil corcovos, dieron con sus dueños en tierra. Don Quijote, corrido y afrentado, acudió a quitar el plumaje de la cola de su matalote, y Sancho, el de su rucio.