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De su madre no se olvidó ninguno. A servirla y cuidarla asistían con cariñosa frecuencia, pero nunca iban a verla al mismo tiempo, porque los años, aferrándoles a sus ideas habían exacerbado su doble intransigencia. De hallarse juntos, Marcelo habría tachado de abominables e impíos los trabajos de la ciencia moderna, y Luciano hubiera escarnecido todo respeto a lo sobrenatural y dogmático.

Es innegable que en la resolución que se ha tomado y en los motivos que se han alegado para tomarla se nos ha hecho el insulto más sangriento que hacer se puede. Un sujeto cualquiera, medianamente celoso de su honra, ofendido así por otro sujeto, quedaría afrentado, humillado y escarnecido si no pidiese y buscase la venganza en un duelo á muerte.

MÁXIMO. , lo soy. Usted a todos nos enloquece. Sin darme cuenta de ello, he atropellado a un ser débil y mezquino, incapaz de responder a la fuerza con la fuerza. Con la fuerza respondo. MÁXIMO. ¿Que puede más? PANTOJA. La ira te sofoca, el orgullo te ciega. Yo, maltratado y escarnecido, recobro fácilmente la serenidad; no: tiemblas, Máximo; , que eres la fuerza, tiemblas.

30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna. 32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, e injuriado, y escupido. 33 Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. 34 Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no sabían lo que decía.

Vas como el Nazareno escarnecido, ¡pero serás después un dios triunfante! Tu apostolado, en méritos fecundo, conquistará la admiración humana. Más que buscar, como Colón, un mundo. ¡ formarás el mundo de mañana! El bien social, tu sueño soberano, no impera aún sobre la tierra mía. ¡No siempre el Sol amaneció temprano, pero siempre fulgura el nuevo día!

Y en efecto, el ilustrado cuerpo de redacción de La Abeja, herido, escarnecido, arrojado ignominiosamente de su santuario por una miserable sirviente, bajó las escaleras a toda prisa, se disolvió al llegar a la calle, se esparció por Madrid y nunca más volvió a juntarse. Era un caballero fino, distinguido, de fisonomía ingenua y simpática.

Y dešÿ lo ovieron ešcarnecido, dešnudaronle el manto, y veštieronlo de šus veštidos, y llevaronlo para crucificarlo. Y šaliëdo, hallarõ

Así, en Bogotá, el Congreso se ha visto escarnecido, insultado, apedreado por las barras iracundas... y seguras de la impunidad. ¡Tenemos también entre nosotros tristes y análogos recuerdos!