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En el mismo instante, algo blando y tibio chocó en una de sus mejillas escurriéndose por los hilos de su barba. ¡Su Luis, su hermano, le había escupido en el rostro!

Hizo una pausa para mondar el pecho, y luego que hubo escupido reciamente, prosiguió: En los lugares públicos hacen acatamiento a la Santo Cruz, claro está; pero, cuando se hallan sin testigo ante alguna ermita o humilladero, le hacen sufrir toda clase de escarnios. Yo mismo he sorprendido en las cercanías de Talavera algo horrible.

30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna. 32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, e injuriado, y escupido. 33 Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. 34 Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no sabían lo que decía.

Eso mismo digo yo indicó D.ª Gregoria . Bien saben todos que no eres ningún rana, y que has escupido en corro con guardias de Corps y valonas, y con generales de aquellos que había antes, tan valientes, que sólo con mirar al enemigo le hacían correr. Y no se trate prosiguió el Gran Capitán de embobarnos con cuentos de brujas como los que desembucha el Sr. de Santorcaz.

Podía ser golpeado, escupido; permanecería siempre igual; guiñaría los ojos con mayor ligereza, y nada más. Al día siguiente, todos se reirían de aquella cara: los colegas, los discípulos, los porteros. Su mujer se reiría también. Hubiera querido encolerizarse, llorar, romper el espejo, hacer algo violento; pero su alma estaba vacía, sin vida.

Ya algunos pilletes y mujercillas habían disparado contra el anciano desperdicios de berzas y frutas, y alguien también había escupido sobre él, aunque sin tocarle. Un mulato, el más insolente de la chusma, avanzó hacia el anciano con la mano levantada como para darle en el rostro.

Pero volverás, dime que volverás pronto. Piensa que has escupido para volver, y eso es importante. No vendrás aquí mismo... conforme... Pero volverás a Europa. ¡Y esto es Europa, Fernando!... Nos juntaremos en París, y si no en Suiza... o si te parece mejor en Italia, o tal vez en Atenas o El Cairo.

La indignación en que rebosaba su alma le hizo ver en ellos, por arte mágico, no una asamblea de seres humanos, sino una piara de animales inmundos. Acometióle un asco invencible y un sentimiento vivo y enérgico de la superioridad de su persona. Ninguna de aquellas almas pequeñas podía gozar el privilegio de ofenderle. De buena gana les hubiera escupido á todos en la cara.