United States or Nicaragua ? Vote for the TOP Country of the Week !


No pudo gritar ni moverse. Al cabo se incorporó: sus labios murmuraron: «¡Jesús, asístemeComprendió que era necesario morir y pidió al cielo que no le hiciese sufrir mucho tiempo. Se despidió con el pensamiento de sus padres, de sus hermanos, de sus amigas, de Nolo... Y un sollozo que se había ido formando poco á poco dentro de su pecho estalló al cabo como una nube cargada de agua.

Allí, de bruces, en el sitio mismo que había ocupado Manolo Uceda la noche que había llegado, sollozó largo rato. Las lágrimas refrescaron su alma. Al erguirse de nuevo había recobrado la calma; era otra mujer. Cuando en su espíritu sencillo y limitado penetraba una idea, inmediatamente se enseñoreaba de él y no dejaba espacio para ninguna otra.

Luego que entró Juanita en su cuarto, cerró los puños con cólera, se echó boca abajo en la cama y sollozó con; amargura.

Los religiosos entonaban una salmodia lúgubre que daba terror. Detrás de ellos venía Bracamonte en la mula, cual si fuera el espectro del orgullo. Su lúgubre continente hacía estallar, en las puertas y ventanas, el sollozo de las mujeres, que invocaban a Santa Catalina, a los Santos Mártires y a la Santísima Virgen.

Allá a lo lejos se oía el perpetuo sollozo de la represa, y chirriaban los carros cargados de tallos de maíz o ramaje de pino. Nucha escuchaba con atención, apoyada la barba en la mano. De tiempo en tiempo su seno se alzaba para suspirar. No era la primera vez que observaba Julián, desde el parto, gran tristeza en la señorita.

Admiraba Roger el marcial talante de la tropa, cuando le sorprendió un sollozo que oyó á su espalda. Volvióse vivamente y vió con asombro á Doña Constanza, que pálida y desfallecida se apoyaba en el muro de la habitación y procuraba ahogar con un pañuelo posado sobre los labios los sollozos que agitaban su pecho. Los hermosos ojos fijos en el suelo, estaban llenos de lágrimas.

La cólera, la sorpresa y todas las emociones que la ahogaban, se resolvieron en un hondo sollozo, y dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. Germana ignoraba que se llorase de rabia. Compadeció a su enemiga y exclamó ingenuamente: ¡Pobre mujer! Las dos lágrimas se secaron instantáneamente, como las gotas de lluvia que caen en un cráter.

Pero, ¿acaso no conozco yo a mi amado? ¡Rodolfo, amor mío! -No es el Rey repitió Sarto; y el acongojado Tarlein no pudo reprimir un sollozo. Entonces, al oír aquel sollozo, comprendió Flavia que había en todo aquello algo más que una chanza o una equivocación. ¡, es el Rey! exclamó. Es su cara; su anillo, el mío. ¡Oh, , es mi amor! Vuestro amor, señora, dijo Sarto.

Viendo doña Manolita que no había manera de remediar su torpeza, y apuradísima de haber irritado tanto a doña Luz, a quien quería de todo corazón, no pronunció una sola palabra más; pero lloró y sollozó como si le hubiese sobrevenido la más cruel desgracia.

Dejó escapar un sollozo ahogado, se llevó la mano al corazón y salió corriendo de la estancia. Vamos; a encerrarse a su cuarto, como siempre dijo doña Rosalía, sonriendo irónicamente.