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Pero si España hubiese contado con amistades y alianzas y no hubiese estado tan sola, no hubiera tenido que aguardar hasta el último extremo; hubiera inspirado más respeto en Washington, y no hubiera tenido que ceder á tantas humillantes é injustas reclamaciones y que pagar tanta indemnización con longanimidad lastimosa y que sufrir con paciencia tanto vejamen y tantos vituperios de senadores y diputados yankees.

Mas una noche en que traía la cabeza un poco exaltada por la lectura de cierto desafío de dos yankees, al topar junto al café de la Marina con Maza, se le ocurrió escupir en la forma provocativa que usaba.

Yo no creo que los mulatos rebeldes y los negros cimarrones de Cuba despierten profundas simpatías en el alma de los legisladores yankees, ni que les den esperanza de que, declarados ya independientes, formen una República superior á la de Haïti, y contribuyan más que nosotros al progreso y al bienestar del linaje humano y al florecimiento y auge de la agricultura, de la industria y del comercio.

Sería extraño que sufriese en silencio el presuntuoso descaro con que los diputados y senadores yankees se constituyen en tribunal del humano linaje, en hierofantes de la filantropía y la cultura, reprobando y anatematizando la conducta de una nación soberana en su gobierno interior, sometiéndola á su fallo y tratando de imponerle castigos infamantes, de desmembrarla á su antojo y de despojarla de parte de sus bienes.

Y si salimos vencedores, que todo es posible con el favor del cielo, donde aún conserva y cuida Santiago su caballo blanco y sus armas, entonces se corregirán muchísimo los yankees, porque se les bajará el orgullo que es su mayor falta; y yo, aunque estoy abrumado por las enfermedades y los años, me regocijaré al contemplar á los yankees más apacibles y benignos, menos duros é insolentes con nosotros, renegando de su tontería de doctrina de Monroe, y alargándonos sin rencor y como Dios manda la mano de amigos.

Continúa la floración eterna. Canta el viento. Se oye la carcajada de la Orgía, se sonríe el Amor. Palpita un beso, y entre flores, se yergue la mañana brindando con el sol, ¡copón ardiendo...! En la bahía entró. ¡Le "embotellaron!" todos a voz en grito prorrumpieron Los enemigos yankees le siguieron y con potente escuadra le cercaron.

Hay en Europa casas de siete pisos, pues los yankees las construyen de catorce; hay en Europa monumentos altísimos, pues los yankees los construyen cincuenta codos más altos; hay en Europa regios alcázares, cuya base se extiende sobre centenares de metros cuadrados, pues los yankees harán que se extiendan sobre millares de metros cuadrados sus alcázares republicanos.

Hasta había carteras con áureas dedicatorias, y la piel gastada por el roce y el tiempo, conteniendo enormes papelotes, acciones de ferrocarriles a través de países salvajes, títulos de propiedad de territorios sobre los cuales habían de levantarse ciudades; valores de empresas locas que se desarrollaban en las praderas yankees o las pampas argentinas regalados en noche de beneficio, como testimonio del afecto práctico de los americanos que al entusiasmo unen siempre la utilidad.

Es, pues, cosa de risa el prurito de los yankees, su mal disimulado deseo de arrebatárnoslos ahora. Y si no pretenden esto, si no aspiran sino á un nuevo divorcio entre ambos hemisferios ¿qué significa la doctrina de Monroe?

Demos ya por seguro que nadie acude á nuestro lado y que sin freno que los contenga, los yankees persisten en sus exigencias y en su furia. Aun así, yo afirmo que debemos pasarnos de modestos, de pacíficos y de prudentes. El límite de nuestro sufrimiento debe ser el último límite.