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Despues de haber organizado su servicio; el Congreso nombró tres individuos encargados de ejercer el poder ejecutivo, y otros tres como suplentes para los casos necesarios de ausencia ó enfermedad de los primeros, que fueron los señores Baltasar Padron, jurisconsulto acreditado; Juan Escalona, oficial de milicias elevado á la clase de coronel por la Junta Suprema, y Cristóbal Mendoza, que ejercia de abogado.

Mas por no ser prolijo dejo de contar muchas cosas, así graciosas como de notar, que con este mi primer amo me acaecieron, y quiero decir el despidiente y con él acabar. Estábamos en Escalona, villa del duque della, en un mesón, y dióme un pedazo de longaniza que la asase.

Mientras Bolívar y Mariño, que habian salvado con bien, habiendo despachado emisarios á Escalona para que defendiese la plaza de Valencia, corrian á sacar recursos de la capital, Bóves, despues de perseguir á los vencidos hasta la Victoria y destacado su columna de 1.500 hombres al mando del capitan Ramon Gonzalez para que se dirigiese á Carácas con el resto de su gente, se presentó el 19 delante de Valencia, y reduciendo á Escalona en ella al estrecho recinto de la Plaza Mayor, le obligó á capitular, ofreciéndole ante Dios que respetaria la vida y propiedad de cuantos ocupaban la plaza; pero á los dos dias el coronel Alcover, el Doctor Espejo, todos los oficiales, menos Escalona que pudo huir á favor de un disfraz, los sargentos y varios particulares de Valencia perecian vilmente asesinados.

Yendo que íbamos ansí por debajo de unos soportales en Escalona, adonde a la sazón estábamos en casa de un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que de esparto se hacen, y parte dellas dieron a mi amo en la cabeza; el cual, alzando la mano, tocó en ellas, y viendo lo que era díjome: "Anda presto, mochacho; salgamos de entre tan mal manjar, que ahoga sin comerlo."

La ciudad estaba defendida por Urdaneta como primer jefe, Juan Escalona como segundo, y el Doctor Espejo como gobernador político. El comandante Taborda dirigia las baterias. Despues de varios incidentes, siempre ventajosos para los sitiados, el 5 de Abril, replegando sus fuerzas en la falda del Morro, el jefe sitiador desapareció por el camino del Tocuyito.

Estábamos en Escalona, villa del duque della, en un mesón, y dióme un pedazo de longaniza que le asase. Ya que la longaniza había pringado y comídose las pringadas, sacó un maravedí de la bolsa y mandó que fuese por él de vino a la taberna.

¿Habéis visto a Juanito Escalona? preguntó. dijo uno . Aquí ha estado hace una media hora. Me ha dicho que le aguardases, que a las cuatro menos cuarto en punto vendría. Bueno, esperaremos repuso avanzando con calma y sentándose al lado de ellos. La broma continuó. Veamos, veamos cómo está ese pulso dijo Rafael cogiéndole por la muñeca y sacando al mismo tiempo el reloj.

Era del dueño de la Funeraria ofreciéndole sus servicios y remitiéndole un prospecto con los precios. Alguno de aquellos chicos se había divertido en pasarle aviso. Tampoco se ofendió: parecía interesado en el juego. Al fin entró en la sala Juanito Escalona en su busca. Después de ajustar cuentas se levantó de la silla. Todos le rodearon. ¡Buena suerte, Alvaro! Me da el corazón que lo ensartas.

¿Sabéis que esta tarde se bate Alvaro Luna? dijo uno cuando ya iban hastiados de los dimes y diretes del concejal y Cobo. Eso me han dicho respondió Pepe Castro cerrando los ojos con voluptuosidad, mientras chupaba el cigarro . En el jardín de Escalona, ¿verdad? Creo que . ¿A sable? A sable. Vamos, un chirlo más manifestó León Guzmán desde su asiento. Con punta. ¡Oh! ya es otra cosa.

Mientras tanto, disponíase en la antecámara la aristocrática ceremonia, instituida en rigor de verdad por el emperador Carlos V, cuando limitó el privilegio de cubrirse ante el rey, común antes a todos los títulos, a doce Grandes de España, que se llamaron desde entonces Grandes de primera clase, y fueron los duques de Medinasidonia, Alburquerque, Infantado, Alba, Frías, Medina de Rioseco, Escalona, Benavente, Nájera, Arcos, Medinaceli y el marqués de Astorga.