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Fuera ya de los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la venta.

Al día siguiente no hubo colegio tampoco por la tarde, y salieron en coche como habían convenido a la tendée, luciendo el tío Manolo sus aptitudes prodigiosas en el Prado. Miguel iba embelesado y orgulloso de ver que la gente les miraba mucho. Aquella manera de enganchar los caballos era todavía rara y un poco peligrosa no contando con jacas amaestradas.

No, señora le dije riendo, no esperaré ni un minuto; ó soy intendente ó no lo soy. Señora dijo el viejo Alain, que se hallaba allí, se podría enganchar para el señor Odiot el carricoche del padre Hivart; no tiene elásticos, pero por lo mismo es más sólido.

Sin perder momento mandó enganchar su carruaje, hizo venir al doctor rogándole que le acompañara, y aún no había pasado una hora desde la llegada del mensajero de la triste nueva, cuando de Bray y el médico partieron a toda prisa camino del castillo de Orsel. Tardaron varios días en volver; ya a mediados de noviembre y de noche regresaron.

En Brienz nos detuvimos apénas el tiempo necesario para tomar un refrigerio y hacer enganchar un carricoche que debia llevarnos por el valle del Aar en direccion al canton de Unterwalden, pasando por el cuello de Brünig.

Pensaba ya don Germán en volverse a Madrid y renunciar a sus placeres campestres cuando recibió un telegrama urgente de Tristán concebido en los siguientes términos: «Vente en el primer tren. Urge mucho tu presencia aquíJustamente acababa de almorzar; eran las doce y media y el primer tren para Madrid salía a la una. Mandó enganchar a toda prisa y se trasladó a la estación.

Por la noche vino un chico a traerme dos maletas, y al otro día bien temprano dio allí el señor cura con una chavalita que venía toa tapá. Nos mandó enganchar y, mientras, la chavalita se subió a la casa. ¿Y no observó usted preguntó el presidente si el sacerdote la acompañó arriba? Yo no le vi subir. Si estuvo arriba, fue poco tiempo.

Los cuernos del toro no llegaban nunca a enganchar a los jinetes; pero ciertos picadores, al quedar en el suelo, permanecían exánimes, y un grupo de servidores de la plaza tenía que cargar con su cuerpo, llevándolo a la enfermería para que le curasen una fractura de hueso o lo reanimaran de su conmoción, que tenía el aspecto de la muerte.

Haré enganchar el carruaje en diez minutos, y nos marcharemos a dos leguas de París. Aplicaré a mi turco el correctivo merecido, en menos tiempo del que se tarda en contarlo, y antes que los periodicuchos que viven del escándalo se den cuenta del lance, estaremos de vuelta en mi despacho.

Después manda enganchar el carruaje y se va. Ese año, el otoño ha llegado muy pronto. Desde hace ocho días sopla un viento nordeste, agudo y penetrante, como si se estuviera en noviembre. Los aguaceros azotan en los vidrios, y ya se extiende sobre el suelo una capa de hojas de tilo, de color amarillo obscuro que la humedad convierte en barro. ¡Qué pronto llega la noche!