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Y como causaba asombro verle encerrarse en Orsel abandonado a una inacción de la cual se lamentaban sus amigos, a esta observación, que no era nueva, replicaba: Cada uno procede según sus fuerzas. Alguien dijo: Eso es prudencia. Puede ser repuso D'Orsel. En todo caso, nadie podría decir que sea una locura vivir tranquilamente en una finca propia y encontrarse a gusto.

Sin perder momento mandó enganchar su carruaje, hizo venir al doctor rogándole que le acompañara, y aún no había pasado una hora desde la llegada del mensajero de la triste nueva, cuando de Bray y el médico partieron a toda prisa camino del castillo de Orsel. Tardaron varios días en volver; ya a mediados de noviembre y de noche regresaron.

Otra galería mucho mas vasta y magnífica contiene los cuadros del Museo comun, y en realidad hay obras allí de un mérito sobresaliente, tales como la muerte de Abel, por Orsel, y una Judit mostrando la cabeza de Holofernes, trabajo superior por su atrevimiento de formas y vigor de expresion y de pintura. Pero la mayor parte de aquellos cuadros son copias modernas, y aunque la galería es casi toda histórica, y contiene varios cuadros superiores, no es en realidad sorprendente, ni deja impresion como las obras maestras.

Encontré a Domingo muy abatido y la más viva expresión de pena se pintó en su rostro cuando me permití dirigirle algunas preguntas acerca de la salud de su amigo. Creo inútil engañarle a usted me dijo. Tarde o temprano será conocida la verdad de una catástrofe muy fácil de prever y, desgraciadamente, inevitable. Y me entregó la carta misma de Oliverio. «Orsel noviembre de 18...

La maduré por el camino, la encontré razonable, sin inconvenientes para ninguno, y el regreso a mi vivienda, de noche y en una tierra que conoces, no era, por cierto, distracción capaz de hacerme cambiar de propósito. Me faltó habilidad y sólo he logrado desfigurarme. No importa: he matado a Oliverio y ya le llegará su hora a lo poco que queda de él. Me marcho de Orsel y no volveré más.

Parisiense por adopción, casi por nacimiento, un buen día se supo que había abandonado París sin que nadie fuera capaz de determinar la causa de aquella retirada, y que había ido a encerrarse en su castillo de Orsel absolutamente solo. Su vida era verdaderamente extraña.

La tarde misma en que mantuvo esta conversación, D'Orsel partió de Trembles a caballo y acompañado de un sirviente. La noche fue clara y fría. ¡Pobre Oliverio! murmuró Domingo luego que le vio alejarse al galope corto de su caballo con dirección a Orsel.