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Actualizado: 21 de junio de 2025
Sin embargo se consolaba porque, desde las rociadas de agua bendita, los latines del Padre y las ceremonias, los caballos echaron unos humos, se dieron tal importancia que no se dejaban enganchar y él, como buen cristiano, no se atrevía á castigarlos por haberle dicho un Hermano tercero que estaban benditados.
Como generosa yegua de pura sangre a la cual pretendiesen enganchar haciendo tronco con un individuo de la raza asinina, la Tribuna se irguió, y saltándosele los ojos de las órbitas, los carrillos inflamados por la fiebre, gritó: Sal, sal de ahí, bruto.... ¡Quieres condenarme!
¡Vamos a Florencia! dijo ella. Y don Diego hizo enganchar para Florencia. Encontró en la ciudad un aspecto de fiesta que parecía exacerbar su desgracia. El primer día que fue conducida al paseo, que oyó la música de los regimientos austriacos y que las floristas mofletudas arrojaron su mercancía en el coche, reprochó duramente a su marido el haberla expuesto a un contraste tan cruel.
La ginebra había repuesto a Diógenes por completo, y púsose a ayudar a Tom Sickles y al prusiano a enganchar el tiro, cantando con aguardentosa voz de cualquier mozo de cuadra una tonada antigua que llamaban El Mayoral: Vamos, caballeros, Vamos a marchá ¡Al coche, al coche! ¡Basta de pará! Vamos ligerito, Vamos a partí. Empués los calores Nos van a freí...
El día de la gran prueba, Gonzalo estuvo muy agitado. Había tratado de inquirir con disimulo, si algún criado de la casa estaba comprometido, o por lo menos sabía algo. Nada encontró tampoco que lo hiciera presumir. Almorzó sin apetito. En cuanto tomó café mandó enganchar y se fué en compañía de su suegro. La sesión del ayuntamiento duró hasta las diez de la noche.
Palabra del Dia
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