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No, no, si es el Provisor déjele usted que entre, que quiero matarle yo mismo.... ¿Quién llora ahí? Es su hija de usted. ¡Ah grandísima hipocritona, si me levanto, mala pécora! la que mata a su padre de hambre, la que echa cuentas de rosario y pelos en el caldo, la que me echa en las narices el polvo de la sala, la que se va a misa de alba y vuelve a la hora de comer... ¡infame, si me levanto!

Baila, Fadrique, exclamó D. Diego por tercera vez, notándose ya en su voz cierta alteración, causada por la cólera y la sorpresa. Era tan elevado el concepto que tenía D. Diego de la autoridad paterna, que se maravillaba de aquella rebeldía. Déjele V., señor de Mendoza dijo la hidalga viuda. El niño está cansado del camino y no quiere bailar. Ha de bailar ahora.

Déjele V.; otra vez le veremos, dijo la que tocaba la guitarra. Ha de bailar ahora repitió D. Diego. Baila, Fadrique. Yo no bailo con casaca, respondió éste al cabo. Aquí fué Troya. D. Diego prescindió de las señoras y de todo. ¡Rebelde! ¡mal hijo! gritó: te enviaré á los Toribios: baila ó te desuello; y empezó á latigazos con D. Fadrique.

Vamos, ¿qué yeciones son estas? clamó Izquierdo, tirando a Rubín de un brazo . Basta de música... A la calle, que esta chica está mu mala. Tío, déjele usted, déjele usted... Es mi marido, y queremos estar juntos... ¡Vaya!... Maxi se dejaba levantar del asiento como un saco. Se había quedado inerte.

¿Joaquín, ese pillo?... Le diré a usted... Siempre que le veo, me da un vuelco el corazón. Le quise y aún me parece que podría volver a quererle... Pero déjele usted donde está. Yo estoy mejor así. Es un canalla ingrato... Y bastante hemos hablado, Sr. D. José. Yo me marcho... Por Dios, mujer... He dado mi palabra. Esas palabras no se cumplen. ¿De modo que no te veré más?

¡Anda, bien empleado te está, por farol! le dijo por lo bajo Enrique. Déjele V., amigo Rivera, déjele V. esplayarse. ¿V. no sabe que la ciencia a veces produce indigestiones? manifestó el coronel. Carlitos cerró la boca muy mohíno. El templo de Santa Sofía en Constantinopla vea V., coronel dijo Romillo.

¡Oh! déjele venir exclamó Antoñita, aunque no sea más que para hacerse cargo del recibimiento que le hago y convencerse de que es muy difícil el tratar de desanimarle cuando persiste en sus visitas. ¿De veras? dijo Amaury. Juzgará usted mismo. ¿Cuándo? Desde mañana, el conde de Mengis y su esposa quieren consagrar a su pobre reclusa las tertulias de los martes, jueves y sábados.

Amaneció, y antes que él despertase yo me levanté y me fuí a una posada sin que me sintiese: torné a cerrar la puerta por defuera, y eché la llave por una gatera. Como he dicho, me fuí a un mesón a esconder y aguardar comodidad para ir a la corte. Déjele en el aposento una carta cerrada, que contenía mi ida y las causas, avisándole no me buscase, porque eternamente no lo había de ver.

Y déjele en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote y, antes que la noche viniese, di comigo en Torrijos. No supe más lo que Dios del hizo ni curé de lo saber. CÓMO LÁZARO SE ASENTÓ CON UN CL

Intentaba agarrar a su mujer por los pies, mas esta brincaba con ligereza increíble y le atacaba por otro sitio con mayor brío, de suerte que el infeliz se vio necesitado a rendirse, dejando, sin resistencia, que su consorte le vapulease a su buen talante. Vamos, Paca, déjele usted ya le dije, interviniendo por humanidad.