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Pues ni eso poco me concedes: ya ves que no puedes concederme menos... y es natural, muy natural, que lo sienta; y sintiéndolo, que te lo diga; lo cual no debe extrañarte, porque también me querrás sincero antes que falso... ¿No es así, Nieves?... En este supuesto, todavía tengo que decirte más, y te digo que es cierto que nunca te vi entusiasmada con tu primo; pero que también es verdad que lo de ese disgustillo de que te acabo de hablar, es cosa nueva en ti: desde que estamos en Peleches.

El primer disgustillo que tuvo De Pas aquel verano fue esta noticia, que le dieron en el coro, por la mañana. «Ha llegado Glocester». «No le temía, ni a él ni a nadie... ¡pero estaba tan cansado de luchar y aborrecer!». Mourelo se encontró con otros muchos murmuradores de refresco y con los de depósito que no estaban menos ganosos de romper el fuego contra el común enemigo.

»Esto me lo dijo al despedirse en el vestíbulo; y como sabía o sospechaba lo de los amores de Luz, preguntome, sonriendo maliciosamente, si la enfermita había tenido algún disgustillo estando sana. Respondile que , sonriéndome también muy a la fuerza, y entonces me dijo: » Pues con ese dato, adivine usted cuáles son la medicina y el médico que han de curar esa enfermedad.

El agradable Abu-el-Casín, al escuchar tal reseña, dijo para : "Ya tengo el centésimo vigésimo quinto aljamel que me faltaba para el completo de mi cuenta"; y cogiendo al elocuente El-Wadar por la manga de su aljuba le interrumpió en su agradable ejercicio, sintiendo tal contratiempo aquel orador, no tanto por el puesto que iba a ocupar entre los aljameles de Ben-Farding cuanto por el negro disgustillo y rabieta de no oirse así propio en el vigésimo discurso que había ya principiado a pronunciar a su auditorio, y que hubiera sido más torneado y salido con más arrebol y afeites de palabrillas y colorines que las diez y nueve pláticas restantes y trompeteadas por sus labios aquel día.

De todo ello me alegraba yo en los primeros días de conocerle: nada más natural, ¡qué carape!... como lo es hoy, porque sigo estimándole en todo lo que merece por las trazas, que son superiores, como he dicho; sólo que en algunas ocasiones, desde que que está para llegar, lo mismo es acordarme del retrato o ponerme a contemplarle, que ya me tiene usted con cierto disgustillo de ver guapo al galancete, y de saber que es rico y bondadoso... vamos, que me nace en el corazón algo, como deseo vago de que el primo no asome por acá en todos los días de su vida, y de que, si asoma, resulte picado de viruelas, y tonto por añadidura y pobre por remate. ¿Ha visto usted barbaridad semejante?

Le repito que estoy bien seguro de ello. Ya se hará usted cargo del disgustillo que habré tenido. Con decirle que no pude probar otro bocado está dicho todo. Allí se quedó el pisto de la tía Bibiana sin que lo tocase. Yo quiero a Germán como si fuese mi hermano y le digo a usted en conciencia, Tristanito, que hubiera preferido perder cuatro mil pesetas a saber lo que he sabido.

Me parece que está usted preocupado. Mario lo negó. Vamos, algún disgustillo matrimonial. ¡La ley, querido, la ley! Si el matrimonio no fuese más que el placer, ¿quién no se casaría? Pero entiendo que ante todo es sacrificio y que sólo conviene a los hombres virtuosos. Por eso yo, que no me tengo por tal, he renunciado a sus placeres como a sus dolores.