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Jacobo hizo una pausa, algo cortado; y Curra, con su voz más dulce, le preguntó: ¿Cómo? Alentado por la blandura de Curra, Jacobo precisó sus consejos: Tal vez convendría que usted evitara ciertos afeites y tinturas... Sus trajes son quizás demasiado elegantes... Entre sus amigas hay un grupo de damas con quienes no debiera juntarse tan a menudo... ¡Y ese tontuelo de Paco!

Las mujeres son muy aseadas, y gustan mucho de los afeites: queriendo sacar á la naturaleza, á este respecto, de sus límites ordinarios, desde su juventud empiezan á ponerse brazaletes y ligas de tejidos de algodon, para modificar por este proceder sus brazos y piernas, y aparecer mejor formadas de lo que son.

Dos rizos asomados al borde de la toca le hicieron adivinar la cabellera oculta; los pies calzados de blanco fueron indicios para reconstituir el cuerpo algo desfigurado por un uniforme sin coquetería. El rostro era pálido, grave. Nada quedaba en él de los antiguos afeites, que le daban una belleza pueril de muñeca.

Disimula mucho, a lo que yo presumo, el cuidado que tiene de su persona; no se advierten en ella ni cosméticos ni afeites; pero la blancura de sus manos, las uñas tan bien cuidadas y acicaladas, y todo el aseo y pulcritud con que está vestida, denotan que cuida de estas cosas más de lo que se pudiera creerse en una persona que vive en un pueblo y que además dicen que desdeña las vanidades del mundo y sólo piensa en las cosas del cielo.

También me encerré en mi tocador en cuanto me levanté de la mesa: igual que el día antes; pero esta vez no fue para estudiar en el espejo afeites ni aliños que me embellecieran, sino para afirmarme en mis ya bien firmes propósitos, dando un repaso mental a lo que me tocaba hacer y decir para cumplimiento de la más delicada e interesante cláusula de mis planes.

En opinión de doña María, Tomasito era un buen chico y merecía algo más que el pobre cuidado que de ella podía esperar. ¡Gracias, señora, gracias! dijo la forastera, sonrojándose aún a través de los afeites, que Red-Gulch llamaba maliciosamente su «pintura de batalla», y procurando en su confusión arrastrar el largo banco más cerca de la maestra. Le doy a usted las más cumplidas gracias.

De ver era mirar como salian, Con mil disfraces hombres y las damas, Que aquel punto los indios se vestian, Los otros aun se estaban en sus camas. Algunas sus afeites se ponian, Sirviendo estaban mozas á sus amas, Y dejarlas huyendose á la calle A salen tras ellas de mal talle.

CELIO. Es un ángel. D. TELL. Bien se ve, Celio, que hablas Con pasión. CELIO. Alguna tuve. Mas cierto que no me engaña. D. TELL. Hay algunas labradoras Que, sin afeites ni galas, Suelen llevarse los ojos, Y a vuelta dellos el alma; Pero son tan desdeñosas, Que sus melindres me cansan. FELIC. Antes, las que se defienden Suelen ser más estimadas. Vanse, y sale NU

Coriolano aparece transformado en un galán del siglo XVII, con capa y espada, muy puntilloso en cuestiones de honor, y amable y enamorado con las damas; promueve una rebelión popular, por haber establecido el Senado, en una ley, que las mujeres no han de ponerse afeites ni llevar piedras preciosas; un senador perece en esta sedición, y su principal autor es desterrado por este motivo.

El agradable Abu-el-Casín, al escuchar tal reseña, dijo para : "Ya tengo el centésimo vigésimo quinto aljamel que me faltaba para el completo de mi cuenta"; y cogiendo al elocuente El-Wadar por la manga de su aljuba le interrumpió en su agradable ejercicio, sintiendo tal contratiempo aquel orador, no tanto por el puesto que iba a ocupar entre los aljameles de Ben-Farding cuanto por el negro disgustillo y rabieta de no oirse así propio en el vigésimo discurso que había ya principiado a pronunciar a su auditorio, y que hubiera sido más torneado y salido con más arrebol y afeites de palabrillas y colorines que las diez y nueve pláticas restantes y trompeteadas por sus labios aquel día.