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Calculaba además las complicaciones y desembolsos de una partición judicial de nueve estancias considerables, centenares de miles de reses, depósitos en los Bancos, casas en las ciudades y deudas por cobrar. ¿No era mejor seguir como hasta entonces?... ¿No habían vivido en la santa paz de una familia unida?... El alemán, al escuchar su proposición, se irguió con orgullo. No; cada uno á lo suyo.

Se acostumbró a esta idea y miraba a sus amigos y parientes como a los figurines de las sastrerías: en efecto, los veía tan enclenques de espíritu que se le antojaban de papel marquilla. Los pollos de la aristocracia acabaron por confesar que Ana era una excepción; o calculaba más que sus mismas tías, o era una virtud efectiva.

Pero se plegó, sin embargo, por cierta mala vanidad, a una vida superficial, brillante, en la compañía de muchachos derrochadores que abandonaban los estudios o no los concluían nunca. Se acostumbró, así, a considerar la vida con optimismo irónico, y mientras calculaba hacer carrera más adelante, en la magistratura, frecuentaba el Jockey-Club, los cabarets y a las artistas.

Y después de haberlo contemplado despacio, parecíale sentir en los hombros una pesadumbre abrumadora y dulcísima a la vez, y una calma honda, como si se encontrase calculaba él para sepultado en el fondo del mar, y el agua le rodease por todas partes, sin ahogarle.

¿Piensa usted ir? le preguntaba Borrén aquella tarde. ¿A qué? ¿A oír lástimas que no puedo remediar? ¡Algo bueno daría por estar ahora en Guipúzcoa! ¡Hombre... pobre chica! Baltasar tomó su café a sorbos, muy pensativo. Calculaba que la avaricia de su madre le exponía, tal vez, a un grave compromiso.

La época del casamiento fue inducida por la edad de la hija, a quien Aguilar el feliz mortal que tuvo la suerte de verla calculaba diecisiete años... A pesar de la exactitud de estos datos, a renglón seguido, el novelista suponía que ya al tiempo de su enlace monsieur Jaccotot fuera tan viejo como ahora, calvo, canoso y de anteojos de oro.

Y con el impudor tranquilo del virtuoso que todo lo deja en casa, calculaba las fechas de sus viajes por la edad de sus ocho hijos: «Este fué á la vuelta de Filipinas... Este otro, después que hice el cabotaje en el golfo de California...»

El fraile-artillero como jugaba de buena y ponía atencion, se ponía colorado y se mordía los labios cada vez que el P. Sibyla se distraía ó calculaba mal, pero no se atrevía á decir palabra por el respeto que el dominico le inspiraba; en cambio se desquitaba contra el P. Irene á quien tenía por bajo y zalamero y despreciaba en medio de su rudeza.

, señor, pero íbamos a visitar al Pollo. El hombre se les quedó mirando con respeto. ¿Son ustedes, por casualidad, de la Audiencia? Los sabios quedaron un poco embarazados. Al cabo Moreno dijo: No, señor; somos antropólogos. El hombre les contempló con gran sorpresa y mayor respeto aún. No sabía qué era aquello, pero calculaba que debía de estar relacionado de cerca con el gobierno.

Por la fatiga que sentía, por el calor que lo abrumaba, por la tirantez de su ropa en toda dirección y por otros detalles concurrentes, calculaba Lorenzo haber andado varias leguas, cuando al volver la cabeza por un movimiento de instintiva curiosidad, vio a corta distancia que Águeda desataba la cola de la lechera negra.