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Los largos ejercicios piadosos de las distintas épocas del año, como octava de Corpus, sermones de Cuaresma, flores de María, les sabían siempre a poco. Belén ponía con tanto calor sus facultades musicales al servicio de Dios, que cantaba coplitas hasta quedarse ronca, y cantaría hasta morir.

Terminada además la soberbia fábrica del templo de Belén, el monarca lusitano le abría y le mostraba por vez primera a su pueblo haciendo cantar en él un solemne Te Deum.

Yo estoy aquí todavía, porque quedan algunas cosillas y el ropero grande, y estoy aquí pa cuidarlo; pero mañana me voy. ¿Y á dónde se ha mudado? Aquí cerca, en la calle de Belén, en casa de unas señoras que llaman de Porreño, que le han cedío el cuarto segundo pa que viva solo. ¿Y Clara? preguntó Lázaro con mucha ansiedad.

Y todo esto era porque hacía mil ochocientos setenta y tantos años había nacido en el portal de Belén el Niño Jesús.... ¿Qué le importaba al órgano? Y sin embargo, parecía que se volvía loco de alegría... que perdía la cabeza y echaba por aquellos tubos cónicos, por aquellas trompetas y cañones, chorros de notas que parecían lucecillas para alumbrar las almas. El templo estaba obscuro.

Con éste, pues, se desquitaba Lucía, informándose de la santa aldea de Belén, de la divina mansión de Nazaret, del monte Olivete, de todos los lugares sacrosantos, que apenas creía ella pudiesen estar en la tierra, sino en algún misterioso y remoto paraíso.

La pequeña iglesia no contenía más altares que el que estaba en el fondo, y que se hallaba a la sazón adornado con un Belén.... Las paredes, por todas partes, estaban lisas, y, entonces, los vecinos las habían decorado profusamente con grandes ramas de pino y de encina, con guirnaldas de flores y con bellas cortinas de heno, salpicadas de escarcha.

CAPÍTULO XVII. No son todos ruiseñores. Los ramilletes de Madrid. La noche de San Juan. El mayor imposible. El acero de Madrid. La hermosa fea. Otras comedias. Comedias religiosas. El Cardenal de Belén. San Nicolás de Tolentino. El animal profeta. Otras comedias de la misma clase. 151 CAPÍTULO XVIII. Autos, entremeses y loas de Lope de Vega. 177 CAPÍTULO XIX. Poetas dramáticos valencianos.

En la época de la decadencia, cuando vivían en la calle de Belén, visitaba todos los días á las vecinas monjas de Góngora, conversando con ellas largas horas. Con ellas consultaba sus visiones y contravisiones, relatando sus deliquios y arrebatos de amor divino. Otros días llegaba muy apurada para contarles cómo había sentido unas terribles tentaciones, y que bebiendo vinagre se le habían quitado.

Ni por esas. Mientras más consuelos le daba Belén, más inconsolable estaba la otra, y más caudaloso era el río de sus lágrimas. Sor Antonia, la madre que gobernaba allí, se despertó, y para disimular su descuido, dio una fuerte voz, sin incomodarse mucho con las durmientes y añadiendo que hacía un calor horrible.

, iré... pues no respondió Coletilla con mucha ironía. Yo también soy liberal. #Las arpías se ponen tristes#. Mucho le asombró á Lázaro lo que pasó en la casa de la calle de Belén el día después de su excursión á la plazuela de Afligidos, que fué el día mismo de la sesión que hemos referido.