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audaz y noble como tu prometido, Elsa. Es verdaderamente irritante: ¡un conde miserable se opone a esa boda, grata a los ojos del emperador! Si el pobre conde se obstinase, el duque se arrastraría hacia el trono del emperador y le rogaría que le diese lo que no le pertenece: la hermosa hija del ridículo viejo. ¡Y la hija se daría gustosísima al noble duque, mientras su viejo padre!...

Era imposible calcularlo. Nadie debe echar cuentas sobre la maldad humana. ¿A qué grado de bajeza moral le arrastraría la abdicación de su propia dignidad? Ya se lo había dicho la duquesa: tenía que confesar a Josefina. ¡Confesar a la mujer que amaba! Es decir, emplear en provecho puramente humano y egoísta el prestigio de la Religión.

Este grupo de los derrochadores arrastraría a la humanidad a grandes catástrofes, si no lo contrapesara el grupo de los avaros, creados por las leyes del equilibrio.

Osorio espiaba silenciosamente, con disimulada ansiedad, los progresos de la enfermedad, cuyo desenlace arrastraría consigo a la vez el término de sus apuros. D.ª Carmen se desprendería de su envoltura carnal y él de sus acreedores. La misma Clementina, objeto predilecto de la ternura de la angelical señora, no podía menos de gozar con la perspectiva de tanto millón como iba a caer en sus manos.

¡No es usted sincera en este punto! ¡No! pero doblemos la hoja, hablemos de otra cosa, se lo ruego... ¿Es complaciente su amigo Fabrice?... ¿Sería amable conmigo si tuviese necesidad de pedirle algún favor? ¿Qué cree usted? Estoy seguro de que ... Pero es necesario que bajemos aquí; de otro modo la corriente nos arrastraría por encima de la esclusa.

El quien supuso que á su terrible despertar, y á pesar de la tempestad que promueve el herido con sus saltos y sus coletazos, no lo arrastraría consigo al fondo de los mares. ¡Audacia inaudita! Añadía un cable á su arpón para perseguir su presa, despreciaba la horrorosa sacudida, sin reflexionar que el atemorizado animal podía zambullirse bruscamente y darle un mal rato.

Como árbol frondoso, al que se enganchan helechos y enredaderas, poblado de nidos y cubierto de musgo, cuyo tronco arranca el huracán o corta el hacha del leñador, y al venirse a tierra sepulta en su propia ruina a la colonia de parásitos que sustenta, el soberbio bolsista arrastraría tras a toda esa turbamulta que le seguía cantando el hosanna, de pequeños comerciantes sin capital, de ilusos con más ambición que buen sentido, cadena sin fin, vigorosamente remachada.

Se veía disputando con la anciana condesa y con Germana; ella sabría anonadarlas con su belleza, con su elocuencia, con su energía. Entonces se apoderaría de su hijo, huiría con él y la sonrisa irresistible del niño arrastraría al padre. ¿Quién sabe se decía si una escena bien representada no mataría a la enferma? ¿No se ve a mujeres llenas de salud desmayarse en el teatro?