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Despues condúcenos á la victoria, Traza con luz la senda de la gloria Que nos lleve sin sangre á la igualdad; Toma luego en tu pico oliva y palma Y arrancando una chispa á nuestra alma Vuélvesela á ese sol de libertad. Doblemos la rodilla: ya luce en el oriente El sol, que en otros dias con brillo refulgente Inauguró del pueblo la estátua colosal.

Cuando nosotras doblemos la cabeza y nos quedemos como un pollo con moquillo, nos agarrarán de un zancajo y nos echarán á un estercolero. ¡Pues ya se ve! ¡como era tan hermosa!... y como era querida de un señor... ¡he ahí! Quede vuesa merced con Dios. Vamos, tía Brígida, vamos, que ya es tarde.

Compraremos Cubas.... Yo no afirmo nada, soy como todos y puedo equivocarme; pero tal vez... tal vez dentro de un año doblaremos el capitalito. señor; puede que lo doblemos. Y hablaba sonriendo maliciosamente, golpeándose las manos con expresión satisfecha, como si le bastara un simple guiño para que las dos mil pesetas se multiplicaran en millones.

Doblemos la rodilla: ya luce en el Oriente El sol que á nuestros padres encandenció la mente Para vaciar en ella de Chile la nacion; ¡Silencio! en nuestros lábios como en el arpa vibre Una oracion solemne digna de un pueblo libre Que pida para todos Amor y Redencion. Á LA AM

Doblemos la rodilla, y en nuestros labios vibre, Una oracion solemne digna de un pueblo libre, Que en alas de los ángeles remonte hasta el Señor; Doblemos la rodilla, y alzando el pensamiento, En un amor unidos y un mismo sentimiento, Roguemos al abrigo de un manto protector.

¡No es usted sincera en este punto! ¡No! pero doblemos la hoja, hablemos de otra cosa, se lo ruego... ¿Es complaciente su amigo Fabrice?... ¿Sería amable conmigo si tuviese necesidad de pedirle algún favor? ¿Qué cree usted? Estoy seguro de que ... Pero es necesario que bajemos aquí; de otro modo la corriente nos arrastraría por encima de la esclusa.

No tengáis cuidado, tía; no hablaré más que de amores platónicos. ¿Amores qué?... ¿Hay acaso varias clases de amores? El amor platónico contestó Rafael es el que se encierra en una mirada, en un suspiro o en una carta. Es decir repuso la marquesa , la vanguardia; pero ya sabes que el cuerpo del ejército viene detrás; con que doblemos la hoja sobre ese capítulo.

Doña Lupe permaneció un rato en la sala, sin moverse del sillón en que se sentara al entrar, con el manto puesto, la mano en la mejilla, pensando en lo mismo. No había vuelto aún de su asombro, ni volvería en mucho tiempo. Fortunata, de cuya casa venía, le había dado mil duros para que se los colocara del modo que lo creyera más conveniente... y sin querer admitir recibo... Al pronto sospechó la señora de Jáuregui si serían falsos los billetes... pero ¡quia, si eran más legítimos que el sol! Tal prueba de confianza le llegaba al alma, porque no sólo era confianza en su honradez, sino en su talento para hacer producir dinero al dinero... Pues además, Fortunata, en el curso de la conversación, había dado a entender que tenía acciones del Banco, sin decir cuántas. ¿De dónde había salido esta riqueza? Quizás Juanito Santa Cruz... quizás Feijoo... Lo más particular era que doña Lupe, por impulsos de tolerancia que habían surgido bruscamente en su espíritu, se esforzaba en suponer a aquel caudal una procedencia decente. ¡Fascinación que la moneda ejerce en ciertos caracteres, porque para estos lo bueno tiene que tener buen origen!... «¿Y por qué no ha de ser verdad todo eso del arrepentimiento?... se decía . Lo que no me explico es una cosa... El primer día me dijo Feijoo que estaba miserable... pero miserable, y comiéndose sus ahorros. ¡Pues si son estas las sobras...! En fin, doblemos la hoja; pongámonos en un punto de vista imparcial, y no hagamos juicios temerarios antes de tener datos seguros. ¿Quién se atreve a condenar a un semejante sin oírlo? Sería una crueldad, una injusticia. Eso de que siempre hayamos de pensar mal, me parece una barbaridad... Pero me estoy aquí ensimismada, y si tardo, quizás no encuentre en su casa a D. Francisco...