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Día a día, cada vez más alerta, visitaba Ramiro el arrabal de Santiago. El temor del peligro le había dejado para siempre desde los primeros años de mocedad. Consideraba ahora, con fatalista desenfado, la propia vida y la ajena. El orgullo de su misión vino a duplicar su ardimiento. Era un agente de Su Majestad, portador de grave secreto de gobierno.

Se atusó el áspero bigote, tosió con fuerza, se acordó de las asonadas del cuarenta y del cincuenta, de las formaciones en que lucía el gallardo cuerpo, hasta de las barricadas, y recobrando el pasado ardimiento, cogió a la hechicera avispa las manos, que ella tuvo buen cuidado en no retirar. Oye le dijo , gachoncita, pimpollo, ¿me tendrías miedo?

En el vino encuentra el poeta inspiración, el soldado ardimiento, el trabajador fuerza, el enfermo salud. En el vino halla el hombre goce y alegría y el anciano fortaleza. El vino excita la inteligencia, aviva la imaginación, fortifica la voluntad, mantiene la energía.

, que del vate la mision sagrada Es inflamar del bravo el ardimiento, Dar nuevo temple á la fulmínea espada Con el soplo encendido de su aliento, Y al fúnebre clamor de la derrota, Alzar del libre la bandera rota.

Esta noche se muestre el ardimiento Del Numantino acelerado pecho, Y pongase por obra nuestro intento: El enemigo muro sea deshecho, Salgamos á morir á la campaña, Y no como cobardes en estrecho. Bien que solo sirve esta hazaña De que á nuestro morir se mude el modo, Que con ella la muerte se acompaña.

Encarrilado el discurso en este sendero, llegué a sentir un vigor de espíritu, una virilidad desconocida en ; soliviantóse mi amor propio de mozo bien saneado de alma y cuerpo; y aprovechando la fiebre, por temor de que, si era pasajera, se llevara consigo mi ardimiento al desaparecer, escribí a mi tío diciéndole «allá voy» y hasta fijándole la fecha de mi salida de Madrid.

Todo lo miraba Sancho, admirado del ardimiento de su señor, y decía entre : -Sin duda este mi amo es tan valiente y esforzado como él dice. Estaba una hacha ardiendo en el suelo, junto al primero que derribó la mula, a cuya luz le pudo ver don Quijote; y, llegándose a él, le puso la punta del lanzón en el rostro, diciéndole que se rindiese; si no, que le mataría.

Estos campesinos segándolas el cuello por montes y barrancos probaron que con la borona no habían perdido el ardimiento. Y en las luchas de la inteligencia, en los nobles certámenes de las ciencias y de las artes muchos asturianos criados con borona alcanzaron, señor, honra imperecedera.

Delante de su palo asolador caían los mozos de Rivota y Lorío. Pero arrastrado de su ardimiento había ido demasiado lejos. Cuando menos lo pensaba se encontró solo. Entonces, al echar una mirada en torno y verse rodeado enteramente de enemigos, flaqueó su corazón y olvidó su fuerza indomable. Tres veces gritó con voz penetrante demandando socorro á sus amigos.

Por su valor y su arrojo Es conocido el primero, Y se distingue el segundo Por su semblante sereno: La calva frente de Blanco Es de su alma fiel espejo, Pues se retratan en ella La honradez y el ardimiento. Trescientos hombres le siguen Cargando al son de degüello, En proteccion de los bravos Que lidiando como héroes, Mas que hombres de hueso y carne Parecen hombres de hierro!