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A tiempo llegué á verle, que el furioso Teogenes, valiente Numantino, De fenecer su vida deseoso, Maldiciendo su corto amargo signo, En medio se arrojaba de la llama Lleno de temerario desatino. Y al arrojarse, dixo: ó clara fama, Ocupa aqui tus lenguas y tus ojos En esta hazaña que á cantar te llama!

Pues debe con el vino rociarse El sacro fuego, dad aca ese vino, Y el incienso tambien que ha de quemarse. Rocian el fuego, y á la redonda con el vino, y luego ponen el incienso en el fuego, y dice el Al bien del triste pueblo Numantino Endereza, ó gran Jupiter, la fuerza Propicia, del contrario amargo signo.

Primero que vengais al trance duro Desta resolucion que haveis tomado, Pareceme ser bien, que desde el muro Nuestro fiero enemigo sea avisado, Diciendole que campo seguro A un Numantino, y otro su soldado, Y que la muerte de uno sea sentencia Que acabe nuestra antigua diferencia.

El vano blasonar no es admitido De pecho valeroso, honrado y fuerte, Templa las amenazas, Fabio, y calla, Y tu valor descubre en la batalla, Aunque yo pienso hacer que el Numantino Nunca á las manos con nosotros venga Buscando de vencerle tal camino, Que mas á mi provecho le convenga: Yo haré que abaxe el brio y pierda el tino, Y que en mesmo su furor detenga.

Valiente Numantino, sino apocas Con el miedo tus bravas fuerzas duras, Toma esa espada, y matate conmigo Ansi como si fuese tu enemigo, Que esta manera de morir me aplace En este trance mas que no otra alguna.

De alli con pies y pensamientos sueltos Gran parte de la tierra he rodeado, Por las calles y pasos mal revueltos, Y á un solo Numantino no he hallado Que poderte traer vivo siquiera Para que fueras dél bien informado Por qué ocasion, de qué suerte ó manera Cometieron tan grande desvario, Apresurando la mortal carrera.

Los padres y tiernas madres que arrojaban a ellas a sus hijos, me juzgarían digno del honor de representarles, si no lo sacrificase todo al ídolo de la libertad? Aún conservo en mi pecho el calor de aquellas llamas, y él me inflama para asegurar que el pueblo numantino no reconocerá ya más señorío que el de la nación. Quiere ser libre y sabe el camino de serlo».

Sosiega, Morandro, el pecho, Vuelve al brio que tenias, Quizá por ocultas vias Se ordena nuestro provecho: Que Jupiter soberano Nos descubrirá camino, Por do el pueblo Numantino Quede libre del Romano; Y en dulce paz y sosiego De tu esposa gozarás, Y las llamas templarás Deste tu amoroso fuego, Que para tener propicio Al gran Jupiter tonante, Hoy Numancia en este instante Le quiere hacer sacrificio.

Y pues sola la parte por do corre Y toca á la ciudad el ancho Duero, Es aquella que ayuda y que socorre En algo al Numantino prisionero, Antes que alguna maquina ó gran torre En sus aguas se funde, rogar quiero Al caudaloso conocido rio, En lo que puede ayude el pueblo mio.

Venid, qué os deteneis? acudid luego, Haced ya de mi vida sacrificio, Y esa terneza que teneis de amigos, Volved en rabia fiera de enemigos. Un NUMANTINO. A quién, fuerte Teogenes, invocas? Qué nuevo modo de morir procuras? Paraqué nos incitas y provocas A tantas desiguales desventuras?